Categorías: Opinión

Un gran día, salvo por el desafortunado Mohatar

Ayer fue un día de buenas noticias. Algunas de forma indudable, otras relativas, pero buenas en conjunto, porque bueno es que baje el paro, aunque sólo sea por los Planes de Empleo, y bueno es también que la mayor competencia en el transporte aéreo nos vaya a permitir batir récords de movimientos de naves y vuelos durante los puentes de la Constitución y la Inmaculada desde este fin de semana y hasta el próximo día 12.
De inmejorable puede calificarse también la labor de rehabilitación en Melilla la Vieja, en el tercer recinto, que ha recuperado una nueva zona de esparcimiento y disfrute para los melillenses, en lo que durante décadas estuvo vedado a los ciudadanos por constituir un antiguo cuartel de la Policía y, posteriormente, por el estado tan degradado en el que se encontraba.
La rehabilitación en la parte alta de los fosos del Hornabeque y los Carneros luce radiante y con numerosas posibilidades, no sólo por el recinto multiusos que se ha creado en la cubierta de los locales de San Fernando, sino por los nuevos accesos al Torreón de las Cinco Palabras y la conexión, a través del túnel del mismo nombre, con el paseo por la costa a través de lo que conocemos como la Alcazaba.
Melilla la Vieja es otra tras décadas de actuaciones que se iniciaron, al amparo de las ayudas europeas, en tiempos del gobierno socialista de Gonzalo Hernández, y que en la década larga de gobiernos presididos por Imbroda se han continuado e intensificado hasta lograr el recuperado recinto histórico de gran valor patrimonial, no sólo para los melillenses, sino para todos los españoles y resto de ciudadanos del mundo.
Se trata de un patrimonio cultural rico y ahora bien conservado que debemos mantener siempre como testimonio vivo de nuestros orígenes y nuestro pasado, y como proyección de futuro de ese gran potencial que tiene Melilla y que, ahora, con el mayor desarrollo del transporte aéreo, se muestra de forma innegable, a pesar de la crisis económica en la que nos encontramos sumergidos.
En ese marco de noticias favorables, sólo un contrapunto nefasto se sucedió en el día de ayer y no fue otro que el desmentido desafortunado que el secretario general de Coalición por Melilla, Hassan Mohatar, realizó de una información firmada por mí en la edición del pasado jueves, en la que se daba cuenta del acuerdo final que ha servido para cerrar el espinoso caso de la revista electoral cepemista ‘Transparencia’ y las graves acusaciones que en la misma se vertían contra el presidente Imbroda y algunos de su familiares.
Dice Hassan Mohatar que la noticia es falsa y que además quien la suscribió, en referencia clara a mi persona, sabía que lo era. Me acusó por tanto abiertamente de mentir y falsear la realidad de forma deliberada. No es la primera vez que lo hacen desde CpM, donde la táctica frente a cualquier casuística que no les resulte favorable, es siempre la misma: la del ataque, la injuria y el escarnio de quienes consideran contrarios a sus intereses partidistas.
Lamento que Hassan Mohatar, al que considero un hombre moderado, se haya atrevido a opinar sobre lo que, según él, yo sabía y deliberadamente falseé. Ha ido muy lejos, sobre todo porque tampoco fue capaz de precisar en qué se falseó. Muy al contrario, se limitó a acusar, a atacar al mensajero, a situarme, como tantas veces hizo su presidente Aberchán en la pasada campaña electoral, en el punto de mira de la peor praxis periodística, intentando desproveerme de toda credibilidad.
Curiosamente, CpM no me ha corregido jamás ninguna información relativa a sus intervenciones públicas, en plenos o en cualquier otro contexto, y he cubierto desde sus interpelaciones en la Asamblea hasta mítines y un sinfín de actos del mismo partido, en esta larga profesión periodística que, les confieso, me apasiona pero cada vez me harta y me quema más, entre otras cosas por acusaciones tan gratuitas como la de Hassan Mohatar o su líder Mustafa Aberchán.
Particularmente, me alegro que se haya resuelto con un acuerdo satisfactorio para la parte demandante el feo asunto de las injurias y calumnias del líder de CpM contra el presidente Imbroda y algunos de sus familiares más directos. La estabilidad de la ciudad exige de este tipo de salidas para evitar enfrentamientos que no llevan a nada. Pero no admito en ningún caso que se me acuse de falsear deliberadamente la realidad. No se lo voy a consentir ni a CpM, ni a Hassan Mohatar ni a nadie. Intenté mantener una conversación telefónica con él antes de escribir esto, pero tras más de doce llamadas, a las que sólo me contestó en un caso, con la promesa de ponerse en contacto conmigo cuando acabase la reunión que le mantenía ocupado, no conseguí que me atendiera.
Desearía que de una vez CpM cambiara de tácticas, se volviera en verdad más transparente, más constructiva, capaz de enfrentarse a la realidad en lugar de excusarse atacando a terceros cuando no le conviene que esa realidad trascienda tal cual es. Aberchán se retractó de sus acusaciones, reconoció que no eran ciertas y que no tenía en que apoyarse para fundamentarlas. Pidió perdón porque no quiso ofender y la parte querellante se dio por satisfecha. Aquí paz y allí gloria, pero que no intenten ahora desde CpM negar lo que sucedió y de paso, una vez más, desacreditarme.

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