Categorías: Sociedad

Un estudio académico certifica la influencia familiar en las Menas que llegan a Melilla

Marisa Escámez ha logrado Matrícula de Honor en su tesis de fin de máster oficial sobre Problemas Sociales con la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED. “La inmigración de las menores extranjeras que están acogidas en los centros de Melilla está auspiciada y organizada por sus familiares en la práctica totalidad de los casos”. Esta es una de las conclusiones que la investigadora Marisa Escámez ha obtenido con su trabajo sobre las niñas menores de edad, procedentes de Marruecos, que durante los últimos cinco años (2006-2010) han estado acogidas en los centros que gestiona la Ciudad Autónoma y que conforman el universo en el que se ha centrado la melillense para realizar su tesis de fin de máster oficial para el departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Bajo el título, “¿Menores o Extranjeras? Las menores extranjeras no acompañadas en Melilla”, Marisa Escámez analiza la casuística de estas niñas y jóvenes que encarnan, tal cual se señala habitualmente en medios periodísticos, una “inmigración precoz”, fomentada en prácticamente un cien por cien de los casos por sus propias familias.
“Se trata de una migración que obedece a una organización previa totalmente premeditada y estructurada por parte de familias que creen que en Melilla estas niñas van a tener más posibilidades de salir adelante”.
La práctica totalidad de las cuarenta Menas (Menores extranjeras no acompañadas) que durante el último lustro han vivido en la ciudad bajo la patria potestad de la Ciudad Autónoma, llegaron a través de la frontera “aprovechando en casi todos los casos los tumultos que se organizan en los pasos fronterizos”.
Se trata de niñas con una media de edad de 15,5 años, que suelen contar con unos 12 años cuando acceden a Melilla.

Método de investigación

Para realizar su trabajo, Marisa Escámez ha tomado testimonio a 11 de esas niñas y ha entrevistado a miembros de los grupos y fuerzas de seguridad que trabajan con menores y en inmigración, así como a educadores y personal de dirección de los centros de acogida donde se encuentran albergadas, principalmente el Centro Asistencial y el de Divina Infantita.
Cuando tuvo que enfrentarse al trabajo de fin del Máster que venía realizando como diplomada en Trabajo Social por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED, Escámez no dudó en elegir a las Menas “por varias razones”: Por su condición de melillense que cuando pequeña le permitía ver en nuestras calles a niñas desamparadas que se dedicaban a vender chicles, “y que formaban parte de nuestra realidad pero con las que nunca hablábamos”, y también, señala, “por las muchas imprecisiones y lagunas que existen sobre el tema. Nadie que no está metido en el tema, no sabe que hay un montón de niñas que están invisibilizadas por su propia situación de menores extranjeras en situación de protección”.
En su trabajo, Marisa Escámez realiza un perfil de esas niñas que muestran una motivación muy distinta a la de los varones extranjeros no acompañados que igualmente se encuentran acogidos en centros dependientes de la Ciudad Autónoma, como es el de la 'Purísima', donde se agrupa a la mayoría de los Menas de sexo masculino. “A diferencia de los chicos -dice Marisa- ellas no quieren sólo buscarse la vida, sino conseguir su propia vida, tomar sus propias decisiones”.
En común ofrecen una gran madurez para buscar recursos, salir adelante, pero también una idea de ficción propia de las púberes y adolescentes y especialmente marcada por unos sueños de futuro muy desapegados de la realidad. “Todas quieren triunfar en 'Fama' u 'Operación Triunfo'. No dudaron en ponerse nombres muy artísticos o incluso de figuras del fútbol cuando les pedí que ellas mismas determinaran su nombre ficticio para las entrevistas. Shakira, Antonella o Lili Beckham fueron algunos de los que eligieron”.

Matrícula de Honor

Marisa Escámez cerró su investigación en junio pasado, leyó en Madrid su tesis el pasado día 28 y ha logrado una nota de 9,5 que le ha reportado finalmente una Matrícula de Honor.
Encaramada en el mundo universitario desde hace diez años, logró diplomarse primero en Educación Social, después en Trabajo Social y finalmente ha concluido brillantemente su Máster oficial en Sociología con las Menas melillenses como objeto de estudio.
Ahora, tras haber adaptado su titulación en Trabajo Social al grado que exige el nuevo Plan Bolonia, va a iniciar un doctorado en Problemas Sociales que le permitirá realizar un estudio más amplio sobre estas menores cuya edad de llegada a Melilla tiende a ser cada vez más baja, según concluye en su tesis.
Y es que como viene a indicar el título de su investigación, tras esa menoría de edad de niñas extranjeras que cruzan irregularmente la frontera y se sitúan en nuestro territorio sin adultos que se hagan cargo de ellas, hay “mucha ficción” porque muchas de ellas -casuística que se venía dando sobre todo en las de origen subsahariano- realmente no son menores una vez se les practican las pruebas forenses encaminadas a determinar su edad real.
Escámez considera que la situación fronteriza de Melilla es determinante para que se dé esta circunstancia tan reiterada y problemática con las menores marroquíes, pero es consciente de cómo el problema se anda reproduciendo también en Barcelona o Valencia, donde cada vez hay más menores de ambos sexos y origen magrebí en situación de protección por parte de las autoridades españolas.
Su futuro trabajo abordará una perspectiva más amplia de una realidad que exige de muchos recursos, de ahí que la investigadora vea con “preocupación” el enorme repunte de llegada de menores que se ha producido durante este verano y que mantiene muy por encima de su capacidad a al principal centro de acogida, caso del llamado de 'La Purísima'.
En su opinión, la Ciudad Autónoma realiza una labor “muy positiva con los Menas”, los trabajadores de los centros “se involucran y son generosos en su trabajo” y “el sistema funciona” hasta el punto de que algunas de esas niñas se integran por completo una vez alcanzan la mayoría de edad. Pero la casuística, no obstante, es muy variada y aunque entre sus entrevistadas no existe ninguna niña que haya llegado por sí misma huyendo de malos tratos, vejaciones o abusos, sabe que algunas llegan con las “cejas rapadas”, lo que se dice indica que han sido víctimas de violaciones de tipo sexual.
“Lo común -matiza- es que lleguen porque sus padres las han empujado a venir. Les dicen que aquí las van a tratar muy bien, que van a tener comida y muñecas, pero eso no las libra de la desolación cuando se ven lejos de su familia, en algunos casos de ciudades muy lejanas de Marruecos, porque no todas son como podríamos pensar del entorno vecino de Nador”, concluye.

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