Editorial

Un discurso sin sorpresas

Se podría decir que el discurso institucional del Día de Melilla no ha sido una novedad ni tampoco ha incluido sorpresas que pudieran acarrear grandes titulares. El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, optó por mostrar de nuevo las cartas que ya puso sobre la mesa en su intervención del 15 de julio pasado, cuando tomó posesión de la Presidencia y marcó las líneas programáticas de lo que va a ser su Gobierno en estos años.

Si algo llamó la atención fue que se remontara al 17 de septiembre de 2022 cuando su antecesor en el cargo, Eduardo de Castro, mereció las críticas de propios y extraños como consecuencia de su intervención a la hora de entregar las medallas de oro de la ciudad que en aquella ocasión recibieron el artista melillense Carlos Baeza y el gran deportista Javier Imbroda, que lo hizo a título póstumo.

Ni siquiera fue una sorpresa que el presidente local se acordara de aquel agravio. Quienes lo conocen saben de sobra que para él la familia es intocable y estaba claro que no perdonó a De Castro que utilizara aquella tribuna para arremeter duramente contra el PP y dejar en segundo plano el homenaje a quienes obtuvieron el galardón, como era el caso de su hermano, fallecido meses antes.

Tampoco fue extraño que el presidente hiciera referencias a Marruecos y señalando veladamente al Gobierno nacional hablara de que “ya está bien de ceder soberanía”. No pasó por alto que los marroquíes se hayan abonado al eslogan de ‘Melilla, ciudad ocupada’ y se reiteró en la necesidad de que no estemos “al socaire” de los “vientos del sur”.

En definitiva, volvió a su idea de “mirar al norte” y dentro de eso situó los acuerdos con Andalucía y el hecho de que este año la comunidad vecina haya obtenido la Medalla de Oro. En su opinión, sobran las razones para tomar esa decisión que tan bien acogió el presidente de los andaluces, Juan Manuel Moreno, que se desplazó a Melilla para recibir tan alta distinción institucional.

En definitiva, Melilla ha vuelto a retomar los actos de su día más importante en el calendario festivo y lo ha hecho con éxito. La Plaza de Armas volvía a llenarse, las actividades han sido del agrado de los ciudadanos que, por ejemplo, prácticamente dejaron sin existencias a los participantes en el Festival de Sabores del Mundo ante la alta demanda que se produjo, por ejemplo, la noche del sábado.

Los conciertos también han sido un acierto y en general se puede decir que los melillenses han visto bien que se cierre el verano con estas fiestas que ya nos sitúan en el comienzo de la rutina del otoño.

 

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