Ayer tampoco fue un día para hablar sobre sus propuestas a los ciudadanos. Los dos principales partidos políticos en nuestra ciudad emplearon la mayor parte de sus energías en repeler las acusaciones del contrario para, a su vez, contraatacar con nuevos reproches.
El PP asegura que no envió a sus simpatizantes a la sede de CpM a provocar, pero los cepemistas creen que sí. CpM asegura que ninguno de sus miembros agredió a los tres jóvenes del PP, pero los populares no tienen ninguna duda de lo contrario. Juan José Imbroda, candidato del PP, denuncia que su partido se está viendo sometido a “amenazas intolerables” y reprocha a los cepemistas su actitud, “peor que la de los comicios locales de 2011, cuando se lanzaron a por todas”. Dunia Almansouri, número dos en la candidatura de CpM, advierte de “lo peligroso” de unas acciones de las que responsabiliza a los populares y les pide que “le paren los pies a su presidente”.
Es muy probable que uno de los nombres que encabeza la lista de candidatos de cada uno de los dos partidos sea el del próximo presidente de Melilla. Incluso cabe la posibilidad de que para estar al frente del Gobierno de la Ciudad uno de ellos necesite el apoyo del otro.
Con este escenario, donde los ánimos están cada vez más encrespados, es fácil prever que el inicio de la próxima ‘legislatura’ no será tranquilo en nuestra ciudad. Y lo será menos aún si el resultado de las votaciones es muy ajustado y la asignación a uno u otro partido del diputado que decida la mayoría absoluta sólo depende de un puñado de votos.
En este ambiente, dentro de diez días se nos pedirá a los ciudadanos una decisión. En el resto del país, el 24 de mayo los electores están llamados a elegir a sus gobernantes. Aquí parece que no será así. En nuestra ciudad el interés parece estar en que los melillenses dictemos sentencia sobre el comportamiento de unos niñatos, sobre si son culpables quienes les que provocaron o los que respondieron a la provocación. Un juez se despacharía estos hechos en media hora con un juicio de faltas, pero los melillenses parece que vamos a tener que dedicar toda la campaña electoral a debatir sobre ese suceso.
En el ámbito político, los hechos no deberían de haber ocupado más tiempo que el necesario para redactar una condena conjunta por parte de los dos principales partidos. Así hubiéramos podido dedicar el resto de la jornada de ayer a escuchar con tranquilidad sus propuestas para los próximos cuatro años. Al fin y al cabo, ése es el objetivo de una campaña electoral y lo que los electores esperan de sus representantes políticos. Por ello, quizás no sea descabellado pensar que, mientras unos insisten en continuar con la trifulca, los ciudadanos empecemos a dirigir nuestra atención hacia quienes prefieren dedicar todo su esfuerzo a debatir sobre futuro de Melilla. Tal vez ése sea nuestro veredicto en las urnas el próximo 24 de mayo.
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