Quedan 17 tiendas de campaña levantadas junto al cementerio musulmán. Las ONG que ayudan a los sirios piden comida para bebés y juguetes para niños. Mañana y el 3 de febrero habrá salidas de familias sirias en dirección a Málaga.
Han transcurrido ya tres semanas desde que 217 inmigrantes sirios levantaron su campamento en la céntrica Plaza de España. Protestaban por su imposibilidad de salir de Melilla y ser reconocidos por nuestro país como refugiados de guerra. Tras pactar con la Policía Nacional, se mudaron a las inmediaciones de la mezquita del cementerio musulmán a la espera de salir paulatinamente hacia la península con un permiso especial.
La mayoría ha cumplido su sueño de subir al barco de Málaga, pero aún queda un centenar de ellos viviendo en 17 tiendas de campaña, junto al cementerio musulmán de Melilla, a un paso de la valla que separa la ciudad de Marruecos. Continúan a la espera de embarcar con un salvoconducto que les proporcionará la Policía Nacional para que sean acogidos por ONG malagueñas y catalanas.
Una vez en la península, muchos sueñan con continuar camino hacia Holanda, Bélgica o Inglaterra, donde ya se han establecido los primeros familiares en emigrar.
El Faro visitó ayer el campamento de Melilla y comprobó que las mujeres sirias, desde temprano, se afanan en lavar la ropa o limpiar la zona donde están viviendo, mientras los hombres ayudan en la cocina o cuidan de los niños y los entretienen como buenamente pueden: Viendo películas de guerra tumbados sobre las alfombras de una sala de televisión o dibujos animados, en ordenadores dentro de las tiendas de campaña.
Pese al esfuerzo de los sirios por mantener la limpieza, los alrededores de la mezquita acusan las tres semanas de acampada. Atrás queda el ultimátum lanzado por la Comisión Islámica de Melilla al delegado del Gobierno, Abdelmalik el Barkani, advirtiéndole de que no permitirían que el campamento se mantuviera en pie más de quince días. Ahí sigue, desafiando las bajas temperaturas de la madrugada invernal y recibiendo la ayuda de voluntarios melillenses y marroquíes que acuden a diario a llevarles comida.
Este periódico tuvo la oportunidad de hablar con algunas de las personas acampadas junto a la mezquita del cementerio musulmán y todas coincidieron en señalar, con la ayuda de un traductor porque no hablan español, que no les falta comida y que tienen todas las necesidades básicas cubiertas.
No obstante, un voluntario marroquí, que ayer ayudaba a las mujeres sirias en la cocina, pidió a El Faro que transmitiera a la opinión pública que les faltan alimentos para bebés y juguetes para niños.
Hay que decir que en el campamento de sirios aún queda una veintena de menores de entre uno y cinco años. Todos tienen madres muy jóvenes. Entre ellas, una joven de 16 años, que tiene un bebé y está embarazada de su segundo hijo.
Ayer este periódico pudo conversar con un sirio que llegó el viernes a Melilla tras cruzar a pie por la frontera de Beni Enzar sin pagar un duro, según dijo en un castellano rudimentario. “Tuve suerte”, se limitó a explicar.
Según comentó a El Faro,mañana hay programada una salida de sirios hacia la península y el próximo 3 de febrero saldrán en torno a cincuenta más.
Por sus cálculos, en el campamento del cementerio queda un centenar de compatriotas y al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) han llegado otros veinte paisanos suyos.
Hay que recordar que el director del CETI, Carlos Montero, comentó la semana pasada a este periódico que la mayoría de sirios que sigue entrando en Melilla de forma ilegal a través de la frontera no pasa por el CETI y se va directamente al campamento del cementerio musulmán. Sin embargo esta información contrasta con la aportada por este sirio que llegó a Melilla el pasado viernes.
En cualquier caso, ninguno de ellos tiene en sus manos el salvoconducto con el que podrá subir al barco. La Policía se ha pasado alguna vez por el campamento, pero en general, junto a la mezquita del cementerio musulmán reina la paz.
Cunde el ejemplo de Melilla
El colectivo de sirios de Melilla ha creado tendencia. Su protesta en la Plaza de España a finales de diciembre, coincidiendo con las Navidades, consiguió sacar los colores a las autoridades españolas, que en menos de una semana pactaron la salida de 217 refugiados de guerra hacia la península.
La llama que aceleró el estallido de las protestas de los sirios de Melilla fue el traslado a Barcelona de una inmigrante siria, Manar Almustafa, que sobrevivía en la ciudad, fuera del CETI, a los fuertes dolores provocados por las quemaduras que le dejó una de bomba caída en su barrio durante el conflicto bélico que sacude su país.
La opinión pública no entendía cómo podía permanecer bloqueada en la ciudad una mujer con heridas tan severas que no podían ser atendidas en el Hospital Comarcal porque éste carece de unidad de quemados.
Cuando Manar salió a la península, el resto de sus compatriotas se lanzó a la calle con sus tiendas de campaña y permaneció acampado en el corazón de Melilla, frente a la Delegación del Gobierno y la Asamblea.
Finalmente, la Dirección General de la Policía Nacional pactó con uno de los representantes de los sirios la salida hacia la Málaga con un salvoconducto con el que podrán solicitar el permiso de asilo, aunque desde Interior han advertido de que a lo más que pueden aspirar es a la condición de Protección Humanitaria.
El pasado jueves, poco después de que los sirios de Melilla consiguieran su objetivo y empezaran a salir de Melilla, una veintena de paisanos suyos, atrapados en Ceuta, inició una protesta similar en el centro de la ciudad caballa.
En principio los hombres son los que permanecen durmiendo a la intemperie, mientras mujeres y niños pasan el día en la calle y luego se retiran a dormir al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
Se quejan del trato discriminatorio que están recibiendo en Ceuta, respecto a los inmigrantes subsaharianos que parten cada semana hacia los CIE de la península y se comparan, además, con el colectivo sirio de Melilla.
En su contra tienen que son sólo unos 20 por lo que su protesta es menos visible que la que llevaron a cabo los 217 sirios de Melilla tras ser acosados por los argelinos del CETI con robos y peleas. Aunque las autoridades niegan el efecto llamada, lo cierto es que siguen llegando sirios a la ciudad. En menos de una semana ya ha arribado una veintena más por la frontera.