Opinión

Un calor de “Justicia”

Tórrido verano, inclemente canícula, como se esperaba, sin sorpresas ante un cansino y pesado transcurrir que apenas tregua da más allá del rapto de una brisa o el cíclico rumrum de aparatos acondicionadores. Calenturiento e incansable estío como lo es ese calor de “Justicia” que parece nadie o casi nadie está dispuesto a enfriar.

Y sí al menos no hay voluntad de sanarlo, bueno sería atenuarlo, bajar el mercurio de ese termómetro de la Justicia, de la que dependemos y nos debemos todos, y cuya tendencia (porque así interesa) sea paño de lágrimas y propósitos, algunos inconfesables. Y es que ella, la Justicia, sigue siendo también, ese oscuro objeto de deseo. Episodios varios jalonan este sudoroso tramo veraniego y que vienen a recordar de donde procede y hacia donde proseguirá ese término, tan nombrado como poco ejecutado, el de la “independencia”, en este caso, judicial. Citado por todos, llevado a cabo por casi nadie.

En el top de los hits del momento y como una canción del verano pegadiza y estridente (se ha perdido la costumbre de señalar una tonadilla de representación veraniega), el intento de un juez por revisar hasta el acta del día de la Comunión de la esposa del presidente de España. Sus “razones”, se supone, tendrá, aunque estas las explican otros desde el altavoz y la bandera partidistas. Al recordar como la negociación política en el nombramiento de jueces de las altas instancias llevó recientemente al mantenimiento del sistema de elección, habrá que asumir que prácticamente ninguna formación quiere renunciar a su influencia y sus consecuencias a la hora de las decisiones judiciales, especialmente las más determinantes.

Curioso, y debió ser motivo de ahorro, que los elegidos pasaran por el Congreso de los Diputados un “examen de idoneidad” para responder (la respuesta unánime fue no, evidentemente) a aquello de si se ven condicionados por tal o cual partido político a la hora de ejercer por el hecho de ser propuestos por ellos. ¿Imaginar que alguien hubiese respondido que sí?... Se convertiría en la verdadera “serpiente de verano”, arrasaría en todos los cenáculos políticos y los de toda participación general. Los medios de comunicación entrarían en ebullición con las tertulias echando chispas y las redes sociales serían una continua deflagración.

Mientras y pese a la sujeción del periodo festivo estival y judicial, miles de miembros de la carrera judicial ejercen en su inmensa mayoría con honestidad y rigor su responsabilidad como garantes y determinantes en algo tan complejo como imprescindible: el equilibrio de derechos y deberes que facultan una sociedad presupuesta como justa e igualitaria por ello.

Profesionales de la judicatura, la fiscalía o de otros elementos que conforman la estructura de la justicia y que sin ella viviríamos en una ciénaga de barbarie, aguardan la satisfacción razonable en la ya ancestral necesidad de medios humanos y técnicos para que el desarrollo de su labor vaya de acorde a unos tiempos que, incluso, ya pululan en eso de la inteligencia artificial. Ese paisaje de legajos, montones de papeles, atrasos o comunicaciones precarias aún sigue siendo algo ostensible. Fundamental en la mejora de la dignificación de su profesión y ejercicio y, sobre todo, en el fin primordial y consecuencia: la incidencia en la ciudadanía.

Independencia y providencia, respeto y remedio, ahora y desde hace demasiado dilatados, en este momento, por un calor de “Justicia”.

 

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