Categorías: Editorial

Un cadáver

Ocurrió el 15 de julio, pero nos enteramos ahora porque la familia ha intentado poner una denuncia en Nador. Un trabajador transfronterizo de 47 años falleció en Melilla el mes pasado cuando supuestamente intentaba arreglar una grúa en una empresa de La Cañada de Hidum.

La víctima A.S., según el informe forense al que ha tenido acceso El Faro, llegó fallecida al Hospital Comarcal, donde certificaron que había muerto tras sufrir un traumatismo abdominal. En otras palabras murió por aplastamiento.
La autopsia reveló que había signos de “muerte violenta de origen accidental” y que al llegar la forense estaba desnudo por las maniobras de reanimación.
El Juzgado de Instrucción número 2 de Melilla autorizó su entierro en el cementerio musulmán de la ciudad, pero por causas que se desconocen, la familia asegura que el cadáver ha recibido sepultura en Monte Arrui.
¿Cómo llegó allí o cómo salió de Melilla? Es la pregunta que los familiares esperan contestar si consiguen interponer una denuncia judicial diplomática con la ayuda de una asociación andaluza de Derechos Humanos y otra de Nador. Es lo que ha aconsejado el fiscal de Primera Instancia de la vecina provincia marroquí.
La Guardia Civil confirmó ayer a El Faro que investiga las causas de la muerte de A.S. y que el caso está bajo secreto de sumario.
En principio, los familiares confirman que “no tenía papeles” para trabajar en Melilla. También admiten que todos los trámites se realizaron correctamente. Sólo detectan un fallo: el cadáver fue entregado a una persona que no tenía nada que ver con el muerto.
Con lo pequeña que es Melilla, ¿cómo ha podido morir una persona sin que salten las alarmas? Probablemente porque todo esto ocurrió en La Cañada.
Sea como fuere estamos hablando de la muerte de un trabajador transfronterizo; de alguien que se buscaba la vida a diario en Melilla.
Este verano hemos visto a grupos de trabajadores marroquíes protestando con el sindicato UGT a las puertas de la Delegación del Gobierno. Se quejan de los obstáculos que tienen para renovar sus permisos de trabajo. El papeleo echa para atrás a los empresarios que quieren contratarlos y a muchos, les faltan sólo un par de años para jubilarse.
Se han dejado su vida en Melilla y ahora están sin nada. Con las manos vacías, como la familia del transfronterizo que falleció el pasado 15 de julio en un supuesto accidente laboral. Por no tener, no tuvo ni un titular.

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