Categorías: Editorial

Un billete para el tren del desarrollo

Vuelven los rumores sobre ‘brotes verdes’, aquéllos que sólo veían los dirigentes más optimistas del PSOE de Zapatero y que ahora dicen que empiezan a ver los fieles de Rajoy. El propio presidente del Gobierno ha hecho llegar ese mensaje a la redacción del prestigioso ‘The Wall Street Journal’. “España ha salido de la recesión”, pero “no de la crisis”. Un frase que parece más un deseo que una realidad. Falta que los números acompañen las palabras del jefe del Ejecutivo, especialmente los que miden el nivel de paro en nuestro país, si quiere que los españoles den por acertado en su examen de la realidad.
Similar análisis se puede realizar en Melilla. Ayer, el presidente Imbroda manifestó que no está dispuesto a que la ciudad vuelva a perder “el tren del despegue económico”. Pero lo cierto es que faltan vagones para acoger a los más de 13.000 parados contabilizados en Melilla. Por eso son tan importantes los anuncios como el hecho ayer referido al plan de obras públicas por valor de 70 millones de euros que el Ejecutivo local prevé poner en marcha el próximo año. Con esa considerable suma para una ciudad como Melilla es posible augurar que el desempleo puede bajar de manera palpable. En este caso, los deseos sí van acompañados de cifras, lo que les da solidez que les falta a los proyectos construidos en el aire.
La situación financiera de las arcas públicas de Melilla permite hacer esta clase de anuncios. Melilla ocupa un lugar de privilegio en el arcén para ser una de las primera regiones en subirse a ese “tren del despegue económico”. Sin embargo, el billete no se compra sólo con dinero, aunque estemos en disposición de poner 70 millones de euros sobre la mesa. Todavía es necesario dotar a nuestra ciudad de infraestructuras y servicios que equiparen sus posibilidades de desarrollo con las de otras regiones del país. También debemos mejorar las capacidades de nuestros trabajadores y favorecer el crecimiento de nuestras empresas. De otra manera puede ocurrir, por ejemplo, que gran parte de esos 70 millones de inversión en obras públicas vayan a parar a las cuentas de resultados de  sociedades foráneas o que la reducción del paro tenga lugar en parajes alejados de nuestra ciudad.
Melilla está bien situada, es cierto, pero eso no nos garantiza un asiento en el tren del progreso. El trabajo realizado es importante, pero no es suficiente para asegurarnos que cuando la locomotora se ponga en marcha no la veamos desaparecer en el horizonte desde el arcén.

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