La UNRWA, por su acrónimo en inglés, United Nations Relief and Woks Agency for Palestine Refugees in the Near East (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo), fue puesta en acción por la Asamblea General de Naciones Unidas en virtud de la Resolución número 302 de 8/XII/1949, con la premisa de brindar apoyo de emergencia y emprender programas de desarrollo a los 700.000 refugiados que, por aquel entonces, desató la guerra árabe-israelí (1948-1949).
Transcurrido este tiempo, esta organización ha proseguido periódicamente su encargo en vista de que no se ha conseguido una salida a los escollos y resultantes del exilio palestino. Por lo demás, la UNRWA despliega su ocupación en un sector determinado de la población. Bajo su descripción operacional, son refugiados aquellos individuos cuyo término de residencia era Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948, que perdieron sus hogares y medios de subsistencia en el ya citado conflicto árabe-israelí, están registrados ante la UNRWA y se cobijaron en la Franja de Gaza, Líbano, Jordania, Siria y la denominada en aquel período, Ribera Occidental.
A diferencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la tarea de la UNRWA reside en proporcionar servicios básicos y no protección internacional. Su esfera geomorfológica está bordeada al Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania y la Franja de Gaza. Sin eludir, que si una persona palestina se marcha de este campo de acción, ingresa en el mandato del ACNUR y está en su derecho de requerir protección en el marco de la Convención de Ginebra de 1951.
Dicho esto, los refugiados palestinos son los únicos que pueden decir que cuentan con una agencia de la ONU exclusiva, puesto que el resto de migrantes y deportados son acogidos por ACNUR. A nivel financiero se observan entre ambos organismos una serie de apuntes que llaman poderosamente la atención.
Me explico: mientras la UNRWA baraja un presupuesto anual cercano a los 1.600 millones de dólares para cuidar a unos 6 millones de palestinos en 5 territorios, la actividad económica de ACNUR alcanzó en 2022 la cantidad de 10.714 millones para servir a 112,6 millones de personas en 135 países. Con lo cual, la UNRWA cuenta con poco más o menos, 270 euros de financiación por refugiado, frente a los 95 euros de ACNUR.
Del mismo modo, la UNRWA contabiliza 30.000 operarios, muchos de ellos de origen palestino, frente a los 20.305 de ACNUR. O lo que es igual, un 50% más en términos absolutos. Si bien, en términos relativos el contraste es superior, ya que el primero se apresta de un trabajador por cada 200 refugiados, de cara a uno por cada 5.545 del segundo. En otras palabras: la plantilla de la UNRWA aumenta casi por treinta veces más a la de ACNUR con relación al conjunto poblacional asistido.
“Aparte de ser el que ha destapado el tarro de las esencias a la hora de inhabilitar la financiación de la UNRWA, Estados Unidos es el mayor exportador y distribuidor de armas a Israel”
Entretanto, el bloqueo tanto aéreo como terrestre y marítimo que Israel practica contra la Franja de Gaza desde 2007, así como las limitaciones de entrada aplicadas por Egipto, condicionan cuantitativamente el ingreso en este territorio de personas, alimentos, combustible y abastos médicos. Indudablemente, este escenario paradójico ha retraído la región, por lo que se ha vuelto dependiente de las organizaciones de ayuda humanitaria para atender cualesquiera de sus requerimientos básicos.
Como consecuencia de lo antes puntualizado, la ONU lleva décadas contribuyendo en la Franja de Gaza y los espacios palestinos han recibido desde el año 1993 más de 50.000 millones de dólares en ayuda internacional al desarrollo y ayuda humanitaria. No queda duda, de que nos estamos refiriendo a una de las mayores colaboraciones universales desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Toda vez, que en los últimos trechos la UNRWA sostiene importantes inconvenientes para recaudar fondos, una dificultad agravada por la determinación que Donald Trump dispuso en 2018, amputando de raíz la ayuda de Estados Unidos. En cambio, la administración de Joe Biden devolvió esta medida y en nuestros días es el principal donante de la organización. Además, la UNRWA no es la única agencia de la ONU que actúa en los territorios ocupados. También está presta la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Actualmente, desde que estalló la guerra, la UNRWA se ha afanado en convertir los colegios que gestiona en refugios a modo de albergues, donde los recursos humanos médicos puedan prestar ayuda sanitaria y los asesores y trabajadores sociales procurando apoyo psicológico. Al igual que se han adaptado aseos y duchas portátiles, junto a la repartición de pan y alimentos envasados.
Otro dato significativo es que este organismo cuantifica en 152 la cifra de su personal fallecido desde los ataques de Hamás contra Israel el 7/X/2023, cuando comenzaron los bombardeos aéreos sobre la Franja de Gaza. Por otra parte, más de 140 instalaciones de la UNRWA han quedado seriamente afectadas desde que se inició el conflicto bélico. Incluso antes de suspenderse la financiación a la UNRWA, el nivel de ayuda que venía introduciéndose en Gaza ya estaba por debajo de los 500 camiones de la media habitual antes de la guerra.
Con estos antecedentes preliminares, la vuelta de tuerca se ha ensombrecido para la UNRWA, desde que se depuró un informe confeccionado por los Estados Unidos a partir de la inteligencia israelí. En el mismo se pormenoriza la colaboración de hasta una docena de trabajadores de esta agencia en el atentado de la mañana del 7 de octubre, cuando Hamás y otros grupos armados encabezaron un ataque sorpresa contra Israel, lanzando miles de cohetes hacia el sur del país y cruzaron la frontera, asaltando varios lugares y en las que perdieron la vida 1.200 personas y casi 3.500 resultaron heridas.
Para ser más preciso en lo fundamentado, a uno de éstos se le culpa de secuestrar a una mujer israelí con la cooperación cómplice de su hijo; otro contribuyó en el traslado hasta Gaza del cuerpo de un soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel, además de repartir munición y coordinar vehículos que contribuyeron en la acometida.
Asimismo, un tercero, intervino directamente en la masacre de un kibutz con diversos grados de implicación. Diez de ellos eran integrantes de Hamás, otro más de la Yihad Islámica Palestina, pero aun así se encontraban contratados por la UNRWA y, como es incuestionable, recibiendo un salario de los fondos de la agencia de la ONU. Otra reseña destacada, es que siete de ellos ejercían la labor de profesores en colegios de la Franja de Gaza y eran militantes de ambos grupos terroristas.
Según denota el secretario general de la ONU, António Guterres, nueve de los doce dependientes que Israel acusa de colaborar en los atentados han sido expulsados de manera inmediata. Confirmándose la muerte de uno y otros dos todavía están siendo reconocidos.
Guterres expuso que se les requerirán responsabilidades, de igual forma que por la vía penal. Decía al pie de la letra: “Los abominables actos presuntamente cometidos por estos miembros del personal deben tener consecuencias. Pero no deben ser penalizadas las decenas de miles de hombres y mujeres que trabajan para la UNRWA, muchos de ellos en las situaciones más peligrosas que hay para trabajadores humanitarios. Las terribles necesidades de las poblaciones desesperadas a las que sirven deben ser satisfechas”.
A la par, Juliette Touma, portavoz de la UNRWA, ha avisado de que el paréntesis en la financiación puede comportar que la agencia se vea forzada a no socorrer a más de dos millones de palestinos. En tanto, el comisionado general de la UNRWA, Philippe Lazzarini, ha respondido que el sostén que sostiene a Gaza puede “venirse abajo en cualquier momento”.
Al mismo tiempo, en una audiencia televisiva, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, condenó a los trabajadores de la UNRWA de cooperar “directa o indirectamente en la masacre del 7 de octubre”. Seguidamente cargó contra la UNRWA, en cuyas escuelas señaló literalmente, se “han estado enseñando doctrinas del terrorismo, alabando y glorificando el terrorismo”.
Y es que, el argumento del papel desempeñado por la UNRWA en el conflicto que se libra, ha detonado en sus más diversas aristas, pero podría apuntarse que viene de muy atrás. Su proceder venía siendo controvertido y objetado desde hace años por varios motivos.
Primero, los lazos con Hamás que ya no se pueden encubrir, pero que eran perceptibles, en tanto se desencadenaba un conflicto bélico en la Franja de Gaza, con el matiz que continuamente llevaba a destapar que los terroristas almacenaban abundante material bélico en o junto a escuelas o edificaciones de la agencia, en las que no resultaba chocante toparse con entradas o salidas en la construcción subterránea de la banda terrorista. Lo cierto es, que cada vez que se descubría alguno de estos hechos, los representantes de la UNRWA daban la sensación de desentenderse del asunto y mirar a otro lado.
Segundo, las repetidas circunstancias en las que se delataba que encargados de la agencia habían sido empleados, pese a estar vinculados a Hamás u otros grupos terroristas, algo que ha permanecido en el tintero, aunque hasta este momento no se hubiese determinado su aportación en un suceso criminal.
Y tercero, puede que lo más execrable sea el aporte de la UNRWA al sistema educativo palestino, un instrumento elemental para que el entramado entre Israel y los palestinos continúe activo. A día de hoy, esta organización de la ONU saca pecho de dirigir más de 700 escuelas, lo que indica que son los garantes principales de la formación de una cuarta parte de los niños palestinos.
Escuelas, a modo de centros de enseñanza o centros educativos en la que tal y como subraya el análisis de la asociación Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM), los libros de texto se convierten en repertorios que impulsan a los niños a inocular las señas de identidad del terrorista suicida, brindando un enfoque sesgado al odio sobre Israel y una interpretación radical del islam, como una fuerza que debe someter el mundo y hacer que los infieles “sean subyugados, debilitados y vencidos”.
Los cuadernos educativos ensalzan a más no poder a los terroristas, recreándose en comentarios a los placeres, incluso sexuales, que los mártires hallan y se deleitan en el paraíso, induciendo a los niños por la vía de la violencia y la muerte. Y lo materializan sin reservas, como el párrafo que cito a continuación: “Entregar tu propia vida, sacrificarte, luchar, el esfuerzo y la yihad son lo más importante en esta vida, especialmente para gente que sufre el azote de la ocupación”.
En base a lo desgranado en estas líneas, son diversos los gobiernos que han resuelto rescindir su financiación a la UNRWA. Esta retirada de fondos que sin paliativos promueve un efecto dominó en diversos países, se fundamenta en supuestas revelaciones extraídas de interrogatorios practicados, justo un día más tarde de que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) le requiriese a Tel Avic tomar medidas para impedir el genocidio de los palestinos en la Franja de Gaza y asegurar el acceso de ayuda humanitaria.
Prontamente, la ONU despidió a algunos de los integrantes de la UNRWA e informó que se pondría manos a la obra para abrir una investigación exhaustiva y aclarar los hechos acaecidos.
Estados Unidos, principal aliado y defensor de Israel en el territorio, no tardó en mover fichas y hacer público que se desmarcaba a la hora de transferir dinero a la UNRWA, un desplazamiento inesperado que en los últimos días ha martilleado en el accionar de otros actores, aunque algunos han afinado su discurso, refiriendo que cierran el grifo hasta que se aclaren los matices de las pesquisas.
Naciones Unidas hace hincapié en que suprimiendo los fondos a la UNRWA, estos estados quebrantan la orden judicial formulada por el TIJ, que ante todo pretende garantizar la llegada segura de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza y atajar el potencial acorralamiento contra los palestinos.
Aparte de ser el que ha destapado el tarro de las esencias a la hora de inhabilitar la financiación de la UNRWA, Estados Unidos es el mayor exportador y distribuidor de armas a Israel. Según datos obtenidos por la organización de campaña Campaing Against Arms Trade (CAAT), en los últimos quinces años más del 70% de las armas que adquirió Israel, se las proveyó el estado que ocupa una extensa franja de América del Norte, contabilizando más de 5.000 millones de euros en armas y contratos de armamento.
Análogamente, tal y como muestran los guarismos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), desde 1961, Estados Unidos no ha cesado de venderle armas a Israel. A pesar de que el Instituto de estudios estratégicos tan solo verifica las armas convencionales, reconoce la complejidad de averiguar este tipo de contratos y la opacidad que le envuelve.
En Europa, no son pocos los Estados miembros que se benefician de la venta de armas a Israel. Este ranquin lo comanda Alemania, cuyas ventas implican alrededor del 25% de las armas obtenidas en los últimos tres lustros, únicamente por detrás de Estados Unidos. O lo que es lo mismo, Alemania ha provisto a Israel de submarinos Dolphin y corbetas Sa’ar 5 y recientemente el canciller, Olaf Scholz, admitió que le había mostrado ayuda militar a Netanyahu.
Aunque en Alemania las referencias sobre el traspaso de armas no es público, ocurre lo contrario con las licencias expedidas. En base a ellas, entre 2015 y 2020, respectivamente, Alemania negoció armas con Israel por valor de 1.400 millones de euros. SIPRI va más lejos en su estudio, al confirmar que desde los años 60 le ha abastecido puntualmente material bélico y sin parar desde mediados de los 90.
En paralelo, el siguiente en el elenco de surtidores es Italia, cuyas remesas de armas convencionales a Israel desde 2010 representan con escasa diferencia el 6% del armamento que pagó en esa etapa. En los últimos años, este país ha recaudado casi 350 millones de euros con la comercialización de material militar. Y con anterioridad a este período, ha entregado piezas y repuestos para aviones y helicópteros de entrenamiento y combate.
Igualmente, en 2021, diversos empleados de la Unione Sindicale di Base se congregaron para imposibilitar que tanto las armas como los vehículos de guerra partiesen en dirección a Israel, emplazando para ello a varias movilizaciones en apoyo del pueblo palestino. Con la particularidad, que Roma no le ha dado apoyo militar a Israel en la reactivación del conflicto con Hamás como lo ha hecho Alemania, pero el Ejecutivo italiano sí que se ha posicionado a favor de Netanyahu en la ofensiva contra Gaza.
Mirando con el rabillo del ojo la actuación de algunos estados de la Unión Europea (UE), de momento, España se ha desligado en cuanto a la suspensión de fondos a la UNRWA. Y no es el único, porque en las últimas jornadas Irlanda ha insistido en su propósito de proseguir dando dinero a la Agencia de Naciones Unidas y de esta manera ayudar a suavizar la tragedia humanitaria que viven millones de palestinos.
“Estados Unidos, principal aliado y defensor de Israel en el territorio, no ha tardado en mover fichas y hacer público que se desmarca a la hora de transferir dinero a la UNRWA, un desplazamiento inesperado que en los últimos días ha martilleado en el accionar de otros actores”
Curiosamente, el ministro israelí de la Diáspora, Amichai Chikli, ha expresado que Israel está “extremadamente decepcionado” de que España todavía no haya apartado su cantidad a la Agencia de la ONU, tras la revelación de que algunos de sus empleados estaban envueltos en el ataque de Hamás. Chikli, consultado en una rueda de prensa desarrollada en Jerusalén, ha lamentado que “el Gobierno español está jugando un papel muy negativo hasta ahora”. Tampoco ha titubeado en decir que la “UNRWA es Hamás, está liderada por Hamás”, atando cabos que el grupo islamista que dirige de facto la Franja, no toleraría la articulación de ninguna organización que no se encuentre alineada con sus inclinaciones.
A su vez, la UE ha señalado que no detendrá su financiación y aguardará a saber las conclusiones de la investigación. De la misma manera, ha invitado a la UNRWA que admita una comisión auditora constituida por expertos acreditados por la Unión, al objeto de examinar sus mecanismos de control interno y precaver “una posible implicación de su personal en actividades terroristas”.
Y en medio de este contexto de escepticismo, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Ben Gvir, extremista de ultraderecha con fuerte influencia en la administración de Netanyahu, ha apelado insistentemente sobre el reasentamiento en el extranjero de los 2,3 millones de palestinos de la Franja de Gaza.
El Ejecutivo, ha indicado Gvir, “debería fomentar la emigración voluntaria” de los palestinos, lo que dejaría, ha añadido, recuperar los asentamientos israelíes en Gaza, de donde al contrario que Cisjordania, que está cargada de colonias judías ilegales, Israel decidió en 2005 la marcha de sus colonos.
Este es otro de los múltiples llamamientos a la desaparición de Gaza como entidad independiente desde el Gabinete de Netanyahu. El propio primer ministro resaltó días atrás, su desaprobación a la plasmación de un Estado palestino al que Israel divisaría crónicamente como un foco de amenazas.
La disyuntiva al andamiaje de los dos estados, únicamente puede transitar por el control militar israelí de la Franja de Gaza y su mutación en una cautividad para sus residentes; o bien, por su asimilación absoluta al Estado judío.
Ante la perspectiva de que sin ayuda, en escasos días la convulsión humanitaria presente desemboque en una hecatombe a gran escala entre la urbe gazatí desatendida, la única solución es un alto al fuego entre Israel y Hamás. De ahí, la trascendencia de la reunión entre la cúpula de los servicios de inteligencia israelí y norteamericana con los mediadores de Catar y Egipto, cuyo primer ministro planteó las condiciones de Hamás ante una tregua.
No cabe duda, que existen algunos resquicios para recuperar los términos de la negociación que se inició en el mes de diciembre, reclamando poner en libertad a los rehenes israelíes y de otros estados que todavía continúan a merced de los combatientes de Hamás. A cambio de la liberación, Israel paralizaría sus operaciones militares durante un tiempo por determinar, posibilitando de esta manera la atención de la población palestina por las organizaciones humanitarias y el acceso de convoyes con ayuda. Si bien, la cancelación abrupta en la financiación de la UNRWA por parte de algunos países, pone al filo de la navaja una asistencia que se hace indispensable.
Consecuentemente, pese a que la culpabilidad de algunos de los componentes de la UNRWA no ha sido aún probada, apenas ha faltado tiempo para que los socios occidentales de Israel que en estos días simulaban acechar a otro lado, mientras la Corte Internacional de Justicia (CIJ) valoraba como probable los visos del genocidio israelí, hayan puesto su clamor y arrinconado la financiación de la UNRWA que la hace pender de un hilo. Estados Unidos, aliado impertérrito de Israel, ha sido el primero en dar este paso adelante y poner en entredicho el trabajo de la agencia humanitaria, contagiando a otros tantos hasta congelar sus aportaciones.
En el fondo de la cuestión, subyace el pleno convencimiento para Israel de que la UNRWA mantiene candente la pretensión de los palestinos de que los refugiados y sus descendientes aglutinan el derecho a retornar a sus casas. En cambio, el Estado israelí lo refuta contundentemente, porque si se produjera íntegramente el derecho de regreso, el producto no sería otro que una amplia mayoría palestina dentro de sus límites fronterizos.
Luego, la suerte que corren los refugiados y sus descendientes es uno de los entresijos más peliagudos y digamos que enrevesado del proceso de paz empantanado desde 2009. Siendo el principal pretexto por el que a ultranza Tel Avic aboga por su disolución desde hace años.
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