Categorías: Editorial

Tubo de ensayo

La ONG Gadem de Marruecos y la plataforma española Migreurop, en la que están integradas varias organizaciones no gubernamentales de nuestro país, han firmado un informe titulado ‘Ceuta y Melilla, centros de clasificación a cielo abierto’ en el que critican desde las ‘devoluciones en caliente’ hasta la retención de inmigrantes en el Centro de Estancia Temporal de Melilla (CETI).

El documento viene a decir que Europa ensaya en las dos ciudades autónomas las políticas migratorias que quiere hacer extensivas al resto de la Unión.
Así, por ejemplo, pone a prueba a la opinión pública internacional con las ‘devoluciones en caliente’ o ante la intervención marroquí en el control de la inmigración.
El informe parte de que España ha externalizado la vigilancia de sus fronteras y esta labor se la ha adjudicado a Marruecos a cambio de una lluvia de subvenciones.
De ahí, las redadas masivas en el monte Gurugú y la quema de los campamentos donde los inmigrantes subsaharianos esperan el momento de saltar a Melilla.
Las ONGs denuncian también la existencia de un pacto no escrito entre Madrid y Rabat para la dosificación de la entrada de refugiados sirios a Melilla, dependiendo de cómo esté la ocupación del CETI o cómo vayan de trabajo los funcionarios españoles de la oficina de asilo de Beni Enzar.
El documento de Gadem y Migreurop incluye además una reflexión muy polémica. En opinión de los firmantes del estudio, Marruecos ha renunciado a su interés por el territorio de Melilla a cambio de las subvenciones que recibe de la UE y de España.
Cada uno cuenta la feria según le va. Recientemente un diario digital marroquí avanzó desavenencias diplomáticas entre España y Marruecos a raíz de la violación de las fronteras de Melilla.
Puede que esto sea sólo mucho ruido y pocas nueces, pero el fondo de la cuestión es verosímil: Marruecos le ha comido terreno a la ciudad saltándose, como mínimo, los 500 metros de la zona neutral.
En los últimos años sindicatos policiales de Melilla han hecho hasta lo imposible para que el Gobierno de Rajoy exigiera a Marruecos que diera un paso atrás y reorganizara la ‘tierra de nadie’.  
El Ejecutivo español y el país vecino desoyeron las críticas. Marruecos llegó incluso a acometer obras en la zona neutral aunque España se apresuró a decir que era un proyecto compartido.
Mientras las ONGs creen que Rabat ha olvidado sus ansias soberanistas sobre Melilla para poder pillar subvenciones de la UE, nosotros nos quejamos de que la Policía marroquí nos ‘pise’ las fronteras.
Las relaciones entre los dos países gozan de buena salud siempre y cuando no se hable de temas espinosos como la ‘tierra de nadie’ o el esclarecimiento de la muerte de Emin y Pisly.

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