Probablemente José, Javier, Antonio y Juanfran tres amigos de entre 10 y 13 años, que ayer disfrutaban de uno de sus últimos baños en la playa de Los Cárabos, no saben que una única colilla enterrada en la arena puede llegar a contaminar hasta 25 litros de agua.
Es probable que también desconozcan que las colillas son un residuo contaminante, ya que están hechas de monoacetato, un material derivado del petróleo que no es biodegradable y que tarda hasta 15 años en descomponerse.
Lo que José, Javier, Antonio y Juanfran sí tenían ayer muy claro es que si llevaban un vaso con colillas recogidas en la playa al chiringuito Soul Beach, le cambiaban este por un refresco.
La campaña con el nombre ‘Limpiemos la playa y cuida el planeta’ ha sido puesta en marcha por la consejería de Medio Ambiente y contó con la colaboración de la empresa Carmelo Martinez Rodriguez S.L. y el chiringuito Soul Beach. En seis horas se recogieron 230 vasos de 33 cl.
Puesto de trueque
Mustafa Said y su hija Salma fueron uno de los primeros en dejar las colillas en el puesto de trueque, que se había habilitado en el chiringuito para la ocasión. “Es una iniciativa muy importante. Me enteré por la radio y no dudamos en acercarnos para colaborar”, señaló. Said reconoció que es fumador, pero que, “a cambio de otros bañistas”, sí recogía sus colillas en un vaso de plástico. Para poder sustituir su cenicero improvisado recibió uno portátil en forma de cono. María Martín, que también entregó un vaso lleno de colillas, no sólo se llevó un cenicero para ella, sino varios para repartirlos entre sus amigos. “Han venido unos conocidos de Alemania y quiero hablarles de esta iniciativa porque aunque sus playas estén más limpias, sé que les gustan más las nuestras”, aseguró.
María contó que es una de las operarias que se encarga de la limpieza diaria de las playas melillenses. “Todos los días intento mantener la costa libre de residuos por trabajo. Hoy (ayer) lo hago a cambio de una cerveza”, bromeó. Además explicó que es muy importante concienciar a los ciudadanos para evitar ensuciar aún más el litoral y porque los servicios mecánicos tienen grandes dificultades para recoger las colillas por “su tamaño y peso ligero”.
Entusiasmo entre niños
Con guante y vaso de plástico en mano, fueron muchos los bañistas que se sumaron a la campaña, pero fueron los niños los que mostraron especial interés. “Mis tres hijos de 7, 4 y 2 años, lo están viendo como un juego. A lo largo de la mañana hemos entregado seis vasos repletos y aún no se han cansado”, indicó Ainoha Suárez. Los cuatro amigos José, Javier, Antonio y Juanfran iban más allá. Convierieron la iniciativa en una pequeña competición. “A mi ya me han dado dos refrescos y quiero conseguir otro”, dijo escarbando en la arena.
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