El presidente Eduardo De Castro se ha reunido con la nueva ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, y ha hablado con ella, cómo no, del Plan Estratégico para Melilla y Ceuta que sigue en el aire.
Para nuestra sorpresa, la Ciudad tiene elaborado un Plan Estratégico de aquí a 2029 y a mí esas previsiones a largo plazo me despiertan más miedos que simpatías. La economía no es una ciencia exacta y no se le puede dar el mismo tratamiento que al cambio climático, por ejemplo. Se pueden prever inversiones a largo plazo, pero nosotros lo que necesitamos es un rescate inmediato. Esta ciudad no aguanta más.
No obstante, estoy convencida de que es mejor tener un plan de aquí a 2029 que no tener ninguno. De hecho, hay algunas propuestas incluidas en ese documento que nos parecen interesantes. Hablo, por ejemplo, de la posibilidad de otorgar visado a consumidores o turistas argelinos para que vengan de compras o de visita a Melilla utilizando la línea a Argel de la que llevamos mucho tiempo hablando.
También contempla el tema de la fiscalidad reducida que ha convertido en atractivo turístico un territorio tan poco atractivo como el Peñón de Gibraltar. Y, por supuesto, coincide con la propuesta que tenía el exministro de Miquel Iceta de mejorar la conexión de Melilla con el resto de España.
Todo eso está muy bien. Lo que ya me gusta menos es que a estas alturas seguimos sin fecha para empezar a implementar un Plan Estratégico para las ciudades autónomas. Tenemos sobre la mesa el Plan Estratégico del Gobierno central, el de la Ciudad Autónoma y el del PP. ¿Quién da más?
Como comentamos ayer en este mismo espacio, en el Gobierno central ahora no tienen claro si van a apostar por la entrada de Ceuta y Melilla en la Unión Aduanera y la exigencia de visado a todos los marroquíes. Están deshojando la margarita y no saben si mirar para Europa o hacia Marruecos. Esta última opción se ha convertido en una segunda vía que Madrid ha dado en llamar “zona de prosperidad compartida”.
A propósito de esta indecisión, un empresario de Melilla, que es más rápido que el lince ibérico, me comentó enseguida que la entrada en la Unión Aduanera no tiene por qué ser incompatible con la zona de prosperidad compartida con Marruecos. En teoría no debería serlo. Cuando a Melilla le va bien también le va a bien a Nador.
Pero en la práctica, si optas por pedir visado a todos los marroquíes que quieren entrar en Melilla y te traes a los argelinos en barcos a comprar a la ciudad, me da a mí que en Marruecos se van a pegar un mosqueo monumental.
Nosotros hablamos de prosperidad compartida cuando ellos (los gobernantes marroquíes) lo único que aspiran a compartir, al menos en un primer momento, es la soberanía.
Al ritmo que vamos, sólo podemos aspirar a que Pablo Casado se acuerde del compromiso contraído con esta tierra y cuando llegue a la Moncloa en dos años aplique el Plan Estratégico que le entregó Imbroda.
Es verdad que una decisión tan importante como entrar en la Unión Aduanera no se puede tomar a la ligera. Pero en estos momentos todas las fuerzas políticas están a favor de apostar por la entrada en el espacio Schengen con todas las consecuencias. ¿Qué nos impide dar el primer paso?
En esto, como en muchas otras cosas que mantienen paralizada la ciudad, la voluntad política es fundamental. Creo que hay que superar el shock de la pandemia y avanzar. No porque yo crea que el coronavirus está superado. Sería una necia si afirmara tal cosa. Sencillamente porque ya hay expertos hablando de que no superaremos la Covid-19 hasta 2023. ¿De verdad nuestra economía puede aguantar otros dos años sin una inyección de moral y de dinero proveniente del Estado?
Si queremos zanjar nuestras diferencias con Marruecos, en Rabat tienen que tener la certeza de que no tienen nada que hacer en Melilla y Ceuta. Mientras ellos crean que tienen posibilidad de gobernar en estos territorios, no vamos a avanzar.
El Estado español necesita enviar mensajes claros a nuestro vecino. Y qué mejor mensaje que una apuesta por crear empleo público de calidad y darle un vuelco al modelo económico caduco que nos ha llevado a la ruina.
El porteo se acabó y entiendo yo que a estas alturas ya estamos mentalizados con que el negocio de los bultos pertenece al pasado. Ahora toca reciclarse y apostar por otros nichos de negocio. Si no puede ser con Marruecos, pues que sea con Argelia. Y si no puede ser con ninguno de los dos habrá que retomar la Melilla sin impuestos de los años en que media España pasó la mili en esta tierra. La gente viaja a Andorra y a Gibraltar a hacer compras. Hay que conseguir que vengan a Melilla.
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