El próximo martes se cumplen tres meses de la llegada de Melilla del patrullero Isla Pinto (P-84), la embarcación más joven de la flota de la Armada con la que esta rama de las Fuerzas Armadas españolas vigila de manera permanente las aguas y la mayoría de territorios de soberanía nacional en el Norte de África.
Además de Melilla, en cuyo puerto tiene su base, este patrullero controla el entorno marítimo de hasta una decena de islas y peñones españoles, desde el Peñón Vélez de la Gomera hasta las islas Chafarinas, pasando por el Peñón de Alhucemas y la isla de Alborán, “un amplio escenario” que abarca varios cientos de millas náuticas del que el Isla Pinto es su perfecto centinela.
Porque, aunque se trata de un buque con unas dimensiones y una plantilla reducidas, de poco más de 20 metros de eslora y una tripulación actual de ocho personas, la última tecnología con la que está equipado y su velocidad, que puede alcanzar los 32 nudos (casi 60 km/h), lo hacen idóneo para moverse rápidamente entre los diferentes territorios sin que nada se le escape.
En declaraciones desde el puente de mando del Isla Pinto, su primer comandante, Juan Chicharro, destaca del ‘benjamín’ de la Armada que es “un barco moderno de prestaciones muy altas, tanto tecnológicamente como por sus capacidades de propulsión”.
“Corre mucho”, en definitiva, algo que se nota en cuanto el patrullero sale del puerto melillense y dobla el dique donde está su icónico faro de piedra. Pero, si por algo destaca, es por ser un barco moderno, dotado con equipos de última generación como cámaras infrarrojas y de televisión, radares, sistemas de comunicaciones y ayudas a la navegación.
Todo ello hace posible que la Armada pueda cumplir la misión para la que lo destinó a Melilla, que es conocer su entorno marítimo y el del resto de territorios de soberanía nacional en el Norte de África, y detectar lo que ocurre en ellos. El objetivo final, además de actuar en caso necesario, es informar y colaborar con otras instituciones como las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o Vigilancia Aduanera.
“Al fin y al cabo, protegemos, damos más seguridad y comprobamos y controlamos que no se hacen actividades ilícitas, como violaciones de nuestras aguas territoriales, pesca ilegal y narcotráfico, entre otras”, explica el comandante Chicharro.
Otra importante misión del Isla Pinto es la protección del patrimonio subacuático, muy relevante en la zona de Melilla y las islas Chafarinas, donde existen dos Zonas de Especial Conservación (ZEC) de gran valor medioambiental, con algunas especies en peligro de extinción, en las que también vigila que ninguna actividad sospechosa pueda dañarlas.
La llegada del Isla Pinto el 30 de enero de este año ha permitido cubrir una zona donde hasta entonces la Armada estaba presente únicamente con misiones puntuales de sus diferentes embarcaciones, pero no de manera permanente desde hacía décadas, a diferencia de Ceuta y el resto del territorio nacional.
Eso explica que este patrullero haya sido acogido en Melilla “con los brazos muy abiertos”, especialmente después de unos años en los que la crisis política entre España y Marruecos también viviera algún capítulo en el mar, como la polémica instalación de piscifactorías que llegó, incluso, a las Cortes Generales y los tribunales de justicia.
En estos casi tres meses que el Isla Pinto lleva en Melilla, el trato con las unidades navales marroquíes ha sido, hasta el momento, “siempre cordial”, como confirma el comandante Chicharro, en una zona donde las peculiaridades que imprime su ubicación geográfica en el Norte de África también se trasladan a la mar.
Pero el ya conocido cariñosamente como “patrullero de Melilla”, que ni siquiera ha cumplido aún un año desde su salida de un astillero gallego y su navalización en Cartagena, se desenvuelve como pez en el agua en esta zona del país alejada del resto en su misión de “amplificar la seguridad de los intereses españoles” en el Norte de África.
Todo ello, en un momento en el que, como destacó en la bienvenida al Isla Pinto el comandante naval de Melilla, Eduardo Estrella, la Armada está haciendo una “decidida apuesta” en la ciudad, no solo al destinar en ella de manera permanente su barco más reciente, sino también abriendo una nueva sede junto a su base, a cuya inauguración también asistió la tripulación como testigo de excepción.
Aunque este patrullero tiene una plantilla de hasta diez personas, los inicios “siempre difíciles” han impedido cubrirla al completo y hasta ahora han sido ocho a bordo. No obstante, esta cifra se elevará a nueve dentro de pocos días con la incorporación de una cabo primero de comunicaciones, la primera mujer de la tripulación del Isla Pinto.
Se unirá a una plantilla que ha tenido que asentarse en Melilla y que está muy preparada para el manejo de la dotación puntera del buque, integrada también por dos suboficiales -un contramaestre y un jefe de máquinas-, dos cabos primeros y cinco marineros con sus diferentes especialidades de operaciones, sistemas electrónicos y vigilancia.
Al frente de la tripulación está el comandante Juan Chicharro, un joven que lleva en los genes su amor por la mar y la Armada y que asume el mando del Isla Pinto como “un honor” que significa mucho en su carrera, además de “una experiencia y un reto”.
Y no solo por ser su primer mando, sino también por lo que supuso sacar un barco del astillero, navalizarlo y prepararlo en una gira por el territorio nacional -que incluyó una parada en Menorca, donde está la isla artificial que da nombre al patrullero-, antes de iniciar la importante misión de vincular, para siempre, la Armada con Melilla.
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