¿Tres años de margen?

LOS socialistas Gloria Rojas y Jaime Bustillo han defendido en una rueda de prensa la conveniencia de que Melilla entre en la Unión Aduanera. Es algo que el PSOE ha venido defendiendo desde hace años y que, lo normal, es que ahora que gobierna en coalición con CpM y Cs cumpla su palabra e impulse esta iniciativa.

Sin embargo, a estas alturas, lo único que escuchamos son reproches al PP y a los 30.000 euros que costó un informe encargado por el equipo de Gobierno de Juan José Imbroda a Promesa para evaluar los pros y los contra de formar parte de la Unión Aduanera.

No podemos olvidar que el PSOE entró en el Gobierno de coalición en junio del año pasado. Dentro cuatro meses hará ya un año que gobiernan en la Ciudad y, de momento, no han impulsado el trámite de entrada de Melilla en la Unión Aduanera. Ahora quieren llevarlo a la Asamblea, buscar el consenso, etc, etc.

Vamos a suponer que el PSOE de Gloria Rojas se pone las pilas y en junio próximo ya tenemos la decisión unánime del parlamento autonómico para tramitar la entrada de Melilla en la Unión Aduanera. Vamos a suponer, además, que el papeleo le sale redondo a la primera y que el proceso dura tres años. Estamos hablando de que si todo va como la seda, nos ponemos en las autonómicas de 2023. ¡Sorpresa! Llegamos a las próximas elecciones a la Presidencia de la Ciudad Autónoma con la entrada de Melilla en la Unión Aduanera antes, durante o casi después de la campaña electoral. Vamos, que tontos, lo que se dice tontos, no son.

Poco más podemos suponer. Imaginaos ahora que Marruecos corta ya el comercio atípico. Imaginaos que tenemos que esperar esos tres años para entrar en la Unión Aduanera. ¿De qué se supone que vivirán las familias que hoy comen gracias al contrabando en esta ciudad? ¿Habrá compensaciones del Estado español? Sencillamente no lo veo. Vamos tarde y vamos lentos.

Lo único que se me ocurre es que Mustafa Aberchán consiga en tiempo récord ese permiso casi imposible de la Unión Europea para construir su aeropuerto intercontinental en aguas del Mediterráneo. Y para que eso ocurra tenemos que suponer, por ejemplo, que Los Verdes no son la quinta fuerza política del Parlamento Europeo como son ahora; ni que tienen los 67 diputados que tienen ahora, frente a los 55 que tenían la pasada legislatura. Vamos a suponer además que Aberchán habla con el presidente de China, Xi Jinping, y consigue que nos envíe al grupo constructor más eficiente de toda Asia y que nos levanta el aeródromo en tiempo récord. Pongámonos optimistas y supongamos por último que lo construyen en 6 meses: es impensable, imposible y además increíble.

A estas alturas hemos soñado lo suficiente como para comprender que si bien Aberchán y Gloria Rojas tienen planes para Melilla, no estamos, en ningún caso, ante iniciativas que puedan conseguirse a corto plazo. En ambos casos, necesitan continuidad en el Gobierno y para eso habría que suponer que el PP perderá las elecciones autonómicas de 2023 porque no conseguirá que Vox y Cs se recompongan en la Ciudad.

En fin, que entre pitos y flautas se nos pasan los años sin conseguir que alguno de nuestros políticos tenga un plan serio e inmediato para salvar la economía de esta ciudad.

Lo peor de todo es que Marruecos lo sabe. Nuestro vecino está convencido de que no lo tenemos fácil y de que tarde o temprano nos tendremos que resignar y ceder. Rabat quiere convertir nuestra ciudad en el zócalo de Nador y sabe que puede conseguirlo.

Todas las pegas que hemos puesto a los turistas marroquíes en la frontera nos las vamos a tragar de una en una y en orden alfabético. Nos guste o no, como diría un conocido empresario melillense, los turistas que pueden venir a nuestra ciudad visten chilabas y no son rubios de ojos azules. Son ellos, los marroquíes, los que mantienen vivos el comercio y el consumo de una Melilla llena de funcionarios que se gastan su dinero en locales y tiendas de la península.

Mucho tendrán que cambiar las cosas. Pero cambiarán a la fuerza. Hoy en Estados Unidos nadie gana unas elecciones sin el apoyo de la minoría latina. Aquí nadie podrá sacar a Melilla del hueco donde está hasta que los turistas marroquíes sean tratados como turistas y en la frontera entiendan que cuando uno vive del sector Servicios, tiene que ser agradable y respetuoso a la fuerza porque si no, el cliente no vuelve.

Agilizar la frontera es el primer paso para darle un respiro a nuestros empresarios. O nos ponemos las pilas o nos lleva quien nos trajo.

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