CSI-F y USAE se sumaron ayer a las críticas que un día antes hizo el Sindicato Médicos en relación a la situación del Servicio de Urgencias del Comarcal.
Las estadísticas, estudios e informes le dicen lo contrario al doctor Francisco Robles, director territorial del Ingesa, pero lo cierto es que cualquiera que haya tenido que acudir al Hospital por una Emergencia sabe que ese área está ‘enferma’.
Robles no debe caer en el error de algunos pacientes, que no acuden al médico para evitar así que les informen de sus dolencias y que les pongan un tratamiento. Los números, datos y análisis tras los que trata de esconderse el director del Ingesa no representan ninguna solución para los pacientes que alguna vez hemos tenido que acudir a Urgencias del Comarcal. Una visita de ‘incógnito’ de Robles a esta área médica le bastaría para comprobar cuán diferente es la realidad del Hospital de las conclusiones recogidas en los informes que le hacen llegar a su despacho en las Torres del V Centenario. Si cree que no es así, puede acudir allí con sus estadísticas y buscar en ellas alguna justificación que dar a los pacientes que aguardan allí durante horas hasta ser atendidos. También podrá observar a médicos desbordados de trabajo, enfermeras que se ven obligadas a repartir camas y sillas de ruedas por los pasillos, enfermos que no cogen en una sala de espera saturada... Y lo más triste: Pacientes que desisten, que se marchan con sus dolencias porque ya no aguantan más en esas condiciones. Algunos sólo tienen la opción de irse a sus casas. Los más afortunados aún tienen la posibilidad de recurrir a la sanidad privada.
Desde la altura de su despacho en las Torres del V Centenario todo se ve muy pequeño, parece insignificante, cuesta comprender la angustia que viven sus compañeros médicos o el drama de los enfermos. A veces la desesperación provoca escenas de tensión entre los sanitarios y los pacientes. De hecho, las quejas en la sala de espera son constantes. Pero unos y otros, si tienen ocasión de intercambiar unas palabras de modo más tranquilo, acaban reconociéndose mutuamente como víctimas. Ni los médicos son culpables del retraso en la atención a los enfermos, ni éstos son responsables de la sobrecarga que se ven obligados a soportar a diario los primeros.
El Servicio de Urgencias del Hospital Comarcal está ‘enfermo’. Francisco Robles conoce el diagnóstico, aunque no quiera reconocerlo porque ello le obligaría a tener que defender en Madrid un tratamiento más allá de hacer cuadrar los datos en las estadísticas o de trazar líneas para dibujar gráficas. El director territorial del Ingesa sabe que la realidad es tozuda y que la valoración de su paso por ese organismo dependerá en gran medida de su valentía para encarar el asunto de la paralización del Hospital Universitario, la ‘medicina’ que está necesitando con urgencia la sanidad pública en Melilla.
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