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Tras los pasos de Charles de Foucauld

El viento y una profunda soledad es lo más perceptible en los altos de la meseta del Rekkam. Fue desde ahí  donde contempló el francés Charles de Foucauld la primera vista de la localidad de Debdou en la antesala del desierto.

Debdou no está lejos de Melilla aunque un par de horas de coche son imprescindibles para llegar a este pequeño valle, encajonado en un circo de montañas, no muy elevadas pero lo suficiente para generar un microclima en la zona, humedecido por la afluencia de varios riachuelos que convierten en esta tierra en un auténtico vergel. 

   Este pueblo, junto con Taurirt, fueron las dos localidades más cercanas a Melilla por las que pasó el viajero francés, entonces militar, cuyos pasos le llevarían hasta Argelia para instalarse ahí definitivamente, pero ésta vez convertido en monje, con el ánimo de predicar la palabra del señor en el desierto argelino. Ahí murió en 1916, asesinado. Su tumba reposa entre los pedregales de esas soledades africanas.

   Pero su historia comienza antes, cuando enrolado como teniente en el Regimiento de Cazadores de África logra convencer a los mandos para que le dejen hacer un reconocimiento de Marruecos. Estamos en 1883 y ya se barrunta desde el Quai D’Orsai la posibilidad de colonizar el reino alauita. Finalmente logra sus propósitos y embarca hacia Marruecos. 

   Previamente había estado destinado en Argelia, donde la colonización francesa ya estaba plenamente asentada desde 1830.

   Foucauld se convirtió en el mayor explorador de Marruecos pues fue el primero que logró franquear las murallas del alto Atlas para circunvalar este país. En total fueron once meses de viaje y unos cuatro mil kilómetros recorridos. 

   Lo más curioso es que tuvo que hacerse pasar por un  rabino judío para poder viajar por Marruecos pues los cristianos no podían pisar tierra del Islam. Así es como realizó este periplo que le llevó a las cercanías del que más tarde se convertiría en Protectorado español en Marruecos.

                       Llegada a Debdou

    Debdou es una localidad conocida en Melilla por dos motivos. El primero de ellos el hecho de que haya que atravesar estas tierras para llegar a una ruta mítica para bajar al desierto, como es la meseta del Rekkam. El segundo por la existencia hasta hace un siglo de una comunidad hebrea abundante, algunos de cuyos miembros emigraron a Melilla a comienzos de siglo XX. 

   Quizás el judío más importante de los que emigraron sea Abraham Hacohen, nacido en 1860 y quien con el tiempo acabó convirtiéndose en el primer rabino de la comunidad hebrea de Melilla. 

   Foucauld nos ha dejado una buena descripción de esta localidad y también unos dibujos entre los apuntes que tomó en su viaje. Así, lo primero que destaca en sus notas es la abundancia de agua, manantiales que brotan en varios lugares del valle, en especial en las zonas cercanas al pueblo. Junto a ello relata igualmente la gran riqueza de la agricultura del valle, con diversos huertos, la existencia de una vieja Alcazaba y por último el pueblo de Debdou. 

   Sobre su población recuerda dos aspectos, que los judíos eran mayoría en la localidad, en torno a tres cuartas partes y por otro lado, que los israelitas, como el los llamaba, eran quienes controlaban el comercio con Fez y Melilla además de Argelia.

   En la actualidad esta descripción de Foucauld es perceptible aún. Desde la pequeña carretera que se adentra en el valle es posible contemplar el circo de montaña y ya en el pueblo, la fisonomía del urbanismo apenas ha cambiado. Las fuentes también están a la vista y si uno se adentra en la kasba, algo más arriba, también puede contemplar una de las fuentes más importantes, agua fresca que nace debajo de una roca.

   La importancia de esta localidad también fue manifestada por el explorador francés Gabriel Delbrel, ésta vez a las autoridades españolas, para las que trabajó. De hecho, recuerda Delbrel en sus escritos de 1909 que los judíos de Debdou controlaban el comercio de productos provenientes del Tafilalt y la zona del Muluya, en particular Misour y Outat Olulaj el Hach, dos localidades conocidas por los melillenses que se adentran en la ‘interminable’ una larga carretera que comunica Melilla con el desierto.

                           Visita a Taurirt

   Pero el recorrido de Foucauld en las cercanías de Melilla no termina en Debdou pues antes de partir para Argelia pasó por Taurirt. La actual localidad surgió tras el establecimiento de un puesto militar francés pues con anterioridad tan sólo existía la Kasba de Muley Ismail. Esta se encuentra en mal estado en la actualidad aunque todavía pueden verse algunos restos de la antigua muralla.

   Esta zona es más accesible desde Melilla aunque para ver la muralla hay que adentrarse en una pequeña carretera, cogiendo un desvío antes de llegar a Taurirt. La vista es impresionante, rodeado todo ello por unas exuberantes huertas. Foucauld también da cuenta de la existencia de un río, el Za, cuyas aguas alimentan el último  tramo del Muluya, antes de morir en el mar, cerca de Saidia.

   Aquí estuvo poco tiempo el explorador francés aunque destacó la importancia de este núcleo de población por su interés comercial y la cercanía a los zocos de Debdou y Oujda. En cualquier caso no se quedó mucho tiempo y partió para su última etapa que consistía en llegar a la frontera de Argelia, atravesando el desierto de Angad, también conocido por los melillenses pues son muchos quienes han atravesado estas tierras en numerosas ocasiones.

El resto del viaje hasta Argelia es otra historia. En total fueron once meses de travesía por Marruecos. Quien quiera recordar la memoria de Foucauld no tiene más que recorrer estos caminos, accesibles desde Melilla y a pocas hora de viaje. Un destino curioso para unas cortas vacaciones de Navidad. 

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