Mucha gente piensa que una boda musulmana se trata de una comida grande en una carpa, un baile y todo el mundo a su casa. Y la verdad es que no es así. Los musulmanes eligen por regla general el verano para celebrar sus bodas. Les gusta el aire libre nocturno y las noches estrelladas para celebrar el evento, pero no empiezan así las cosas. Tienen su tradición y su costumbre.
Es cierto que las bodas islámicas están sufriendo ciertas modificaciones, y están evolucionando, pero no en sus pilares fundamentales. En la actualidad, una vez que el novio habla con la familia de la novia y conciertan el matrimonio, en el día indicado y suele ser por la tarde, el novio visita a la novia, con algunos familiares suyos o amigos que van en calidad de testigos. La familia de la novia lo recibe de muy buen grado y le prepara una gran merienda.
En la mayor parte de los casos, la celebración se hace entre hombres. En este caso, la celebración de las mujeres no es necesaria, pero se puede hacer. El novio a los familiares de su futura esposa suele hablar de cosas agradables y de proyectos de futuro para exponer el porvenir del núcleo familiar. Así que entre dulces propios del mundo rifeño y Shemem, Jartcha (Especie de tortas de harina ) con mermelada y mantequilla; hablo de una familia de a pie, no de grandes posibilidades, ya que en una boda, la familia se puede gastar lo que quiera. Se pasa una tarde entretenida.
Al final de la merienda, y con el agrado de la familia de la novia, sale la futura esposa al salón con un vestido bonito, pero no despampanante y le ofrece un dátil al novio que éste come y él hace lo mismo con ella. Finalmente bebiendo ambos un vaso de leche y con el regalo de un anillo a la novia se sella el contrato. Ella está pedida. y ya no se puede casar con otro hombre ni él con otra mujer.
Al día siguiente, los familiares de la novia van presto a su casa y una familiar se viste igual que ella. Todas las asistentes preparan la Henna. La echan en un cuenco y la muelen mientras cantan con unos pequeños timbales de piel llamados ‘Bindía’. Cuando la Henna ya está preparada, el familiar que viste como la novia esa tarde, suele ser quien sabe aplicarla dibujando cosas bonitas a modo de calcamonía, sobre las manos y pies de la novia. Quien se hace ciertas fotos enseñando sus manos adornadas.
Al día siguiente, existen dos alternativas: la tradicional es que el novio prepare un banquete con sus familiares y amigos en casa de su padre y ella haga lo mismo en casa de sus padres. La segunda alternativa, es celebrarla todos juntos en una carpa. Una especie de sala de fiestas bajo un toldo con forma de Haima, aunque ya las hay en obra. A pesar de todo, los hombres se ponen en una parte y las mujeres en otra. Nunca se mezclan.
En la carpa, el novio va al lugar donde está la novia y después ocupan un sillón especial que está por encima del nivel del resto de los invitados. Una vez allí, los familiares de los dos se sientan con los protagonistas del evento y se hacen fotos junto a ellos. Después de las fotos, llega la partición de la tarta gigante que es el dulce final y el final de fiesta. Pero antes de finalizar hay bailes donde hombres y mujeres danzan separados, aunque ellas suelen bailar mucho más que ellos.
En las fiestas islámicas modernas, la mujer es mucho más protagonista que el hombre, ya que suelen mostrarse ante los invitados con diferentes trajes a lo largo de la noche hasta vestir el último que será de color blanco.
Los trajes de boda de la mujer suelen ser muy costosos. Se trata del estilo más caro en la moda árabe que existe, el ‘Caftan’. Con género de raso costosisimo y con doble volante desde el nacimiento del cuello hasta el suelo, además de hermosos bordados en otros lugares del vestido, lo hacen una prenda muy vistosa a la vez que elegante. Además, la novia suele ir bastante maquillada para la ocasión.
Cuando termina la fiesta y el marido se lleva a su mujer al que será su nuevo hogar, los amigos del novio y de la novia se suben a los vehículos y les persiguen dando bocinazos y dejando las luces de forma intermitente hasta que los novios lleguen a su nueva casa, pero los novios lo que hacen es dar vueltas por toda la ciudad en señal de agradecimiento por la alegría de los invitados. Finalmente la nueva pareja entra en el que será su nuevo hogar.
En lo tocante al estilo más tradicional, donde el novio celebra la boda en casa con sus familiares y amigos. Cuando ya se ve el número de asistentes se empieza a cocinar y en la espera, un imán (sacerdote islámico) es invitado al banquete. Después de recitar unos versículos del Corán con voz bonita y salmodiosa, da un sermón sobre el trato que tiene que tener el esposo con la esposa y también cómo los familiares del novio tienen que acogerla en el seno familiar como si fuese una nueva hija.
En el acto del sermón, se pueden hacer preguntas. Pero éste acaba minutos después de que empiece a servirse la comida, ya que la hora de la cena en esa ocasión suele ser bastante tarde. Antes de la comida y durante el sermón se suelen servir unos dulces con té verde, después llega la comida, que suele ser pastela de pollo o marisco, un pollo asado con almendras y por último y como plato fuerte, el tayín de carne con ciruelas, que en el Rif, a diferencia del resto de Marruecos suele llevar judías verdes junto a otras verduras y hortalizas. Como postre, una fuente de fruta y finalmente cuscús dulce con miel y canela y un helado o natillas, dependiendo de la estación del año en el que se realice. Después de comer, el imán hace una súplica a Dios para que el matrimonio se lleve bien y tenga buenos hijos. Con esto, el banquete se da por finalizado.
Una vez que el novio despide a los invitados puede ir a casa de la novia a llevarla a casa de una forma discreta, pero generalmente lo hace a la mañana siguiente porque no sabe si ha terminado la fiesta en la casa de su futura mujer; y esa no es una noche de telefonía móvil.Sin embargo, todo se adapta a las posibilidades de los novios.
El familiar que dispone de mejor casa puede celebrar el banquete a mediodía para las mujeres y por la noche para los hombres. Cuando termina el banquete el marido se lleva a la esposa y estrenan casa, quedando así casados. También es bastante común que aunque se celebre en una carpa, no haya música y se llame a un imán dando este el sermón; éste es el modo que se está imponiendo últimamente debido a que las mujeres de la casa pueden disfrutar de la boda y no tienen que fregar después. De esta forma, se guarda la grandeza, la ortodoxia y la comodidad, pero no todo el mundo tiene posibles para ello.
Lo único que es común en todas las celebraciones conyugales es el lucimiento de la novia del anillo de pedida o compromiso y del Dul-luyy o pulsera gruesa de oro que el marido le ha regalado como dote. El precio de la dote aunque es voluntario suele costar entre dos y cuatro mil euros, en señal de que si no la quisiera, no le habría hecho un regalo semejante.
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