Editorial

Trabajar para solucionar los cortes de agua

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir anunció este miércoles la necesidad de cortar el agua desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana de este jueves debido a una parada técnica de la desalinizadora, provocada por una avería en el acoplamiento del cuarto módulo de la planta.

Los melillenses que tienen depósitos de agua en sus edificios quizás no se han enterado del corte de 12 horas, pero quienes viven en el centro o en los barrios de Melilla donde por las noches baja muchísimo la presión en los grifos e incluso falta el agua, han sufrido una noche más sin un servicio público elemental que en esta ciudad deja mucho que desear. Y lo peor es que el corte no estaba previsto. Ha cogido desprevenidos a quienes no habían hecho acopio de agua.

No se trata solo de que tenemos un agua de las peores de España en cuanto a sabor, se trata de que ni siquiera podemos disfrutar ese agua mala los 365 días del año.

No es un problema reciente. Esto lo venimos arrastrando desde hace muchos años. En todo este tiempo nos hemos conformado con la promesa de que pronto tendremos agua de calidad en los grifos, pero ese día no llega y al mal sabor del agua hay que sumar el envejecimiento del sistema de abastecimiento.

Ya no se trata solo de los cortes del suministro debido a averías en la desaladora sino de roturas de tuberías como las que hemos tenido en el centro o en el Rastro, ésta última provocada por las obras que se están llevando a cabo en la vía pública.

Tenemos un problema con el agua y los ciudadanos necesitamos que ese problema se resuelva. No podemos seguir estirando una situación insostenible porque esto no es normal en Madrid o en Málaga o en Valencia y no tiene por qué serlo en Melilla.

En estos momentos tenemos muchos pueblos de España sufriendo cortes de agua, pero debido a la sequía, no a la falta de infraestructuras y a la falta de inversiones.

Es cierto que la desalinización no es un proceso barato ni sostenible. Menos ahora que los precios de la energía están disparados. Pero nosotros somos un territorio de 12 kilómetros cuadrados atravesado por ríos con cauces secos o encarcelados en asfalto.

Tenemos escasez de recursos hídricos y de alguna manera siempre nos ha preocupado el abastecimiento de agua. ¿Qué pasaría si en algún momento no pudieran llegar barcos de la península cargados de agua embotellada?

Por eso urge ser autosuficientes. Desalar agua no es nuestra primera opción: es nuestra única opción. Necesitamos que las cosas empiecen a funcionar de una vez por todas.

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