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Un melillense lector en la Universidad de Pekín habló ayer de su experiencia en una charla en el Campus
“Animo a los estudiantes a que se vayan a China o a cualquier lugar que les permita seguir creciendo y tener algo que les diferencie del resto porque, con toda la competitividad que hay hoy día, ese punto de distinción es lo que puede marcar la diferencia”. Con estas palabras, el melillense Juan Carlos Manzanares Triquet, lector de español en la Universidad de Pekín, intentó ayer convencer a los alumnos del Campus de Melilla para que dejen atrás los miedos y se lancen a una aventura internacional, lo que puede ayudarles a abrirse puertas en el mercado laboral.
Una ratio más reducida
En la conferencia ‘Experiencias internacionales de desarrollo profesional docente. De Melilla a Pekín”, el joven relató su labor en esta universidad, en la que lleva cuatro cursos, y de la que dice que es como “una gran familia”, también porque la ratio es mucho más reducida. “En mis clases puede haber entre 25 y 30 estudiantes y en España eso era impensable cuando yo estudiaba”, aseguró.
“Todo es mucho más paternalista allí; y se espera también por parte del departamento que tengas una atención especial con los estudiantes. Todo es más cercano y se favorece una comunicación y un trato que ayuda al desarrollo de los alumnos”, apuntó el joven, graduado en Traducción e Interpretación.
Aunque animó a los esudiantes que tengan miedo para superarlo y lanzarse a vivir una experiencia que, en su caso, dice que es “inolvidable”, también habló de las partes difíciles: “Al principio, las premisas son el humor, que tiene que estar siempre presente porque si no, las cosas no se sobrellevan tan fácilmente, y mucha paciencia”.
“Gracias al inglés he tenido un idioma con el que pelearme e intentar solventar situaciones que han sido difíciles”, recordó Juan Carlos Manzanares, muy entusiasta, que detalló que el chino se ha ido metiendo poco a poco en su vida.
Aunque Juan Carlos recuerda que al principio vivió situaciones complicadas y “muchos malentendidos culturales”, lo que le obligaron a intentar expresarse con gestos, algo que generaba a su vez momentos divertidos: “Allí tienen otros códigos completamente distintos y tú no comprendes por qué no te entienden”.
“Al final, todo queda en anécdotas y en buenos momentos con los que echar unas risas y animar la sobremesa cuando uno vuelve a Melilla”, bromea ahora.
Gran cambio cultural
“El cambio cultural es grande pero nada que no se pueda superar porque, al final, las ganas pueden con todo”, subrayó.
En esa línea, señaló que un “entorno de trabajo positivo y todo lo que te ofrece China” son los ingredientes que han convertido su paso por la Universidad de Pekín en una experiencia que dice que recordará siempre.
Por ello, animó a los estudiantes a trabajar fuera “pero durante una etapa amplia” porque te aporta mucho. “Porque en un Erasmus, al final, te lo pasas bien, conoces sitios pero viajar no es formar parte del lugar”, destacó.
Animó así a todos los que tengan la duda a que lo hagan y, si es posible, solos. “Ir con alguien conocido te da seguridad al principio. Pero cuando tú te ves solo, lejos, y sabes que el idioma que manejes, mejor o peor, es tu única herramienta para sobrevivir, todo eso te ayudará a crecer y es lo que te va a permitir salir hacia adelante. Las vivencias que tengas son la mejor mochila que te llevas de la aventura”, destacó Juan Carlos.
Mirando para atrás, reconoce que seguro que ha cambiado mucho pero sobre todo resaltó que ha ganado en madurez, aunque sin querer dejar de ser joven y pasárselo bien al mismo tiempo. Aunque tiene claro la mejor enseñanza que se lleva desde esto: “El nunca ponerme un ‘pero’ para hacer cosas por el miedo.”
En dos semanas vuelve para Pekín y regresará a finales de junio a España, donde se dedicará en exclusividad a su doctorado, que versará sobre cómo se puede aprender una lengua extranjera a través de los juegos, de una forma más lúdica, “más inconsciente pero más efectiva”.