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La torrija, un dulce de Semana Santa que no pierde la tradición

Las torrijas son el dulce por excelencia de la Semana Santa. Un manjar humilde que se elaboraba con el pan sobrante del día al que se le añadía leche y miel. Sus orígenes son todavía inciertos aunque su receta ya aparece documentada en escritos del siglo XV. Con el paso de los años no se ha perdido la tradición de elaborar este postre con la llegada de la Cuaresma.

A pesar de que su receta no ha cambiado desde aquella época, en la actualidad podemos encontrar en el mercado un sinfín de variedades diferentes. De las más tradicionales a las vanguardistas que buscan sorprender a los paladares más exquisitos.

Como curiosidad, cabe mencionar a la torrija ganadora en la categoría innovación del concurso organizado por la Asociación de Cocineros de Madrid. Un torrija salada de potaje de vigilia elaborada por el hotel The Westin Palace.

En Melilla aunque por ahora no se pueden encontrar opciones tan novedosas, sí que podemos comprar torrijas con un toque diferente. En la panadería Royal llevan ya unos años dando la vuelta a los dulces más tradicionales, buscando diferenciarse del resto. El Faro ha hablado con su propietaria, Anisa, sobre las torrijas que más gustan a los melillenses.

"Hay una lucha entre las de brioche rellenas de crema con miel y las de pan con azúcar y canela. Están a la par", comentó. En su panadería suelen elaborar cada día torrijas de toda la vida como son las cubiertas con miel o con azúcar, además de otras realizadas con crema tostada, kinder o nutella. Creaciones que llevan años haciendo y que tienen bastante éxito, sobre todo en los melillenses más atrevidos. El resto sigue prefiriendo las de siempre.

Esta preferencia no entiende de edades. Aunque podría parecer que los jóvenes son más atrevidos, Anisa explica que siguen prefiriendo las de toda la vida.

La subida de precios en las materias primas también ha afectado a su elaboración. El precio del aceite de oliva para freírlas, del azúcar y del resto de ingredientes ha provocado que a las panaderías no les quede más remedio que subir sus precios. Pese a este aumento en los costes de producción, la propietaria de la panadería La Royal asegura que no han querido subir mucho el coste de las torrijas para no repercutirlo en el cliente. Este año, el precio de esta exquisitez alcanza los 2,5 euros la unidad.

"Intentamos que sea algo ajustado porque la gente no se suele llevar una o dos sino que compra bastantes y eso se nota en el bolsillo. Y más si quieren repetir, entonces intentamos ajustar el máximo posible los precios", remarcó la propietaria.

La buena noticia, según destacó, es que las ventas están yendo muy bien desde que comenzaron a hacerlas. Ya es una tradición en este comercio comenzar a vender torrijas con la llegada del Miércoles de Ceniza. Algo que se ha mantenido en el tiempo y que este año también se ha producir. Desde entonces no paran de venderlas, algo de lo que se siente muy afortunada y por lo que da las gracias esta comerciante.

"Nosotros empezamos ya el Miércoles de Ceniza porque las personas mayores sobre todo tienen sus costumbres y su cultura y vienen a pedir torrijas", dijo.

Sus torrijas son de elaboración propia. Tal y como explica Anisa a El Faro, todas las mañanas elaboran bandejas y bandejas de este dulce. Pese a que no se atreve a decir un número concreto, sí que estima que podrían sacar cada mañana unas seis barran de pan que pueden llegar a ser de 60 a 80 torrijas, que se venden a lo largo de todo el día.

"Es una cantidad bastante grande las que sacamos al día y además va aumentando conforme se acerca la Semana Santa. Ahora estamos vendiendo más cantidad", destaca.

Precisamente durante la visita de este diario a la panadería había clientes que acudían a comprar solo torrijas. Es el caso de una clienta que comentaba a El Faro que las elaboradas por Anisa son sus favoritas y que suele llevarse con frecuencia, ya que es uno de los dulces que más le gustan. Además de las que se estaba llevando hoy, la clienta había encargado una bandeja para la semana que viene, ya que su hijo que vive en otra ciudad llegaba a Melilla y es un enamorado de las torrijas.

Esta melillense, al igual que muchas otras, aclaraba que sus favoritas eran las de azúcar de toda la vida. Aunque reconocía que le gustaban todas, afirmaba que no era muy de decantarse por las de miel.

 

 

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