Doña Reyes está contenta, como su marido, el señor Ramos, porque Adolfo está en Melilla y porque difícilmente olvidarán este año lleno de alegrías taurinas. El novillero se ha establecido en Madrid, de la mano de la empresa Pérez Villena, y no para de torear. ¿Tomarás la alternativa este año?. “Psch, ya veremos”. Adolfito, tan explicativo como siempre. Doña Rosi y su marido y el señor Criado también están contentos porque el susto que se llevaron en la localidad granadina de Gor ya está superado. Antoñito ‘El Goy’ está plenamente recuperado de la terrible cogida que le hizo una escalofriante cicatriz en la pierna.
También están contentos sus hermanos y primos. Cuando hay alegría, hay que celebrarla y ¿qué mejor que un buen fiestorro en la sede de ‘Los Medios’, en la Mezquita del Toreo?, nada mejor.
El ambiente taurino melillense se ha convertido en un ambiente familiar porque las familias de los novilleros –que en el coso son enemigos a muerte– se quieren y porque los diestros, con carreras bastantes distintas, comparten afición y amistad. Adolfo respira antes de volverse a la capital de España; Antonio sueña con volver a vestirse de corto para tentar vacas bravas y esperar una nueva oportunidad de la mano de su padre y de un excelente subalterno: Antonio Osuna, sevillano el hombre.
Al niño Criado no le pierde el ojo Víctor Janeiro –sí, sí, el hermano torero de Jesulín de Ubrique–. El diestro ubriqueño, cada vez que puede, llama a ‘El Goy’ para que se pegue una vuelta por tierras de toros. La carrera de Antonio ha comenzado a escribirse con la mala suerte de la cogida en Gor; la carrera de Adolfo, –que también sabe lo que es una cogida, aunque de menor gravedad– se escribe más deprisa porque ya torea con picadores. Los dos escriben una historia inédita en la historia del toreo en Melilla: Dos toreros en activo, jóvenes y con posibilidades de éxito.
‘Los Medios’ están funcionando “muy bien”, dice Román Criado. Se refiere al local social. Tras su reapertura, los taurinos –y no taurinos– les han renovado su confianza tras un periodo poco claro. Ellos hacen posible el milagro: “Es una paliza pero tenemos lo que pretendíamos, que es ambiente taurino, música taurina, gastronomía taurina y familia también taurina”, dice el presidente de la institución. El local ha cobrado fuerza y presencia humana. Y, además, es Navidad, con lo cual las sensaciones de felicidad se multiplican. Es como si la familia taurómaca celebrara estas fechas por chicuelitas de Papá Noel.
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