Ninguno de los agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional que ayer se encontraban en Barrio Chino vio los ‘tomatazos’.
Tampoco los fotografiaron las máquinas de los reporteros gráficos. Ni aparecen en las imágenes captadas por las cámaras de televisión. Y todos los ciudadanos que asistieron como testigos al nuevo asalto a la valla fronteriza estarían dispuestos a jurar que ayer no hubo ningún ‘lanzamiento de tomates’. Es el mismo ‘juramento’ que realiza Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura marroquí, cuando se le pregunta por qué no ha entrado en vigor el acuerdo pesquero entre su país y la Unión Europea. Es la misma respuesta que reciben los 126 barcos (la mayoría de ellos españoles) que esperan a que el rey Mohamed VI firme y selle un acuerdo que ya ha sido aprobado por las dos cámaras parlamentarias marroquíes y que se ha llegado a publicar en su Boletín Oficial. El propio ministro español de Agricultura, Miguel Arias Cañete, trataba el pasado miércoles de convencer o convencerse a sí mismo de que el ‘tomate’ nada tiene que ver con que ese centenar largo de barcos no pueda aún faenar. “Son temas totalmente distintos y cada uno tiene su manera de resolverse. No están vinculados y cada uno tiene su tratamiento diferenciado”, decía el cabeza de lista del PP a las elecciones al Parlamento Europeo desde Marruecos en su último viaje como miembro del Gobierno de Rajoy.
Apreciaciones personales al margen y bajando del escenario de la diplomacia, lo cierto es que Marruecos está sumamente molesto porque considera que la Unión Europea “ha modificado unilateralmente las reglas acordadas” en el acuerdo agrícola, según Ajanuch, “y esto no es aceptable”. No obstante, “somos un país que respeta sus compromisos. Hemos firmado un acuerdo (de pesca) que sigue su camino hacia la ratificación”, aclara el ministro marroquí.
De momento el documento sigue sobre la mesa de Mohamed VI a la espera de que estampe su firma. Pero el monarca no demuestra ninguna prisa en dar su visto bueno a este acuerdo de pesca cuando sobre el mismo escritorio tiene otro que, según su Gobierno, será “catastrófico” para el sector agrícola, sobre todo para el tomate. Esta hortaliza, que es su principal exportación a la UE, y el resto de sus mercancías deberán pagar a partir de octubre más aranceles ya que la Comisión Europea ha modificado los precios de acceso de productos de terceros países. El enfado de Marruecos es comprensible teniendo en cuenta que la agricultura es un sector estratégico en su economía. Da empleo al 45% de su población activa, ha permitido un crecimiento de su PIB del 44% en los últimos cinco años y ha contribuido a rebajar el paro un 0,2% en 2013. Estas cifras explican por qué un total 126 barcos de la Unión Europea vive pendiente del tomate marroquí y por qué ayer llovían ‘tomatazos’ en Barrio Chino. Además, en nuestro caso, tenemos que añadir que algunos medios de comunicación marroquí aseguran que las autoridades del reino alauita ya no se conforman con pequeñas contrapartidas. Ahora “esperan ventajas reales” para hacerse cargo del problema de la inmigración. La “extraordinaria” colaboración marroquí en esta área tiene un precio, que cada día es más caro y cuenta con un argumento de peso: Los miles de subsaharianos que esperan para saltar las vallas de Melilla y Ceuta. Ayer llegó a Barrio Chino un centenar, cien ‘tomatazos’.