Es difícil encontrar a alguien que haya puesto los pies en nuestra ciudad y no haya sentido que es bienvenido.
El espíritu acogedor de Melilla impide a los visitantes notar la más mínima sensación de rechazo. Y, como no podía ser de otra manera, así ocurre con los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional que se encuentran en nuestra ciudad para reforzar la seguridad en el perímetro fronterizo. Sin embargo, preferiríamos que se marcharan cuanto antes porque eso significaría que el problema de la inmigración ilegal ha quedado definitivamente resuelto.
No lo acaba de ver así el viceconsejero de Turismo, Javier Mateo, que contabiliza a estos policías y guardias civiles como unos turistas más. Es evidente que la presencia de estos ‘visitantes’ está suponiendo un importante balón de oxígeno principalmente para los hoteleros de nuestra ciudad, pero no podemos congratularnos por ello. Es tan absurdo como sentirse feliz por sufrir una enfermedad de cierta gravedad porque así por fin vamos a poder hacer uso de nuestro seguro médico. La Guardia Civil y la Policía Nacional desarrollan una labor imprescindible es nuestra sociedad, pero la mejor señal de que las cosas marchan bien es no tener necesidad de recurrir a su auxilio.
No es precisamente eso lo que está ocurriendo en nuestra ciudad, donde ayer mismo sufrimos el último intento de asalto masivo en la valla fronteriza. La Delegación del Gobierno insiste en destacar la “crucial” importancia de la valla antitrepa para evitar las entradas ilegales, pero no hay nada más “crucial” en la lucha contra la inmigración ilegal que el esfuerzo de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Y más meritoria es aún la labor de algunos de ellos, que como los guardias civiles se ven obligados a realizar su trabajo en medio de serios interrogantes sobre la legalidad de sus actuaciones. Una carga añadida para unos agentes que están dando la cara por nuestra seguridad sin tener la absoluta garantía de que tienen cubiertas las espaldas.
Sin embargo, todos estos guardias civiles y policías ‘sobran’ en nuestra ciudad. “Como melillense, como español y como europeo reitero que no me resigno a este modelo de inmigración de asaltos masivos a la valla”, decía ayer el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barnaki. Son unas palabras que ratificaría cualquier ciudadano que quiera lo mejor para nuestra ciudad, incluidos los propietarios y trabajadores de hoteles de Melilla y puede que hasta el propio viceconsejero de Turismo.
Por ello, ojalá se vayan pronto todos los agentes de la Guardia Civil y de la Policía que han llegado de refuerzo, aunque ello suponga alcanzar una ocupación hotelera mucho menor. Y ojalá muchos de estos guardias civiles y policías nacionales vuelvan a visitarnos, pero ya como auténticos turistas, con sus familias o amigos para disfrutar de una ciudad que, como a todos los visitantes, les acoge con los brazos abiertos, y más a ellos, que vienen a colaborar en la solución de uno de los problemas más importantes que tiene hoy Melilla, aunque no todo el mundo se lo tome con la seriedad que merece.
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