De nuevo la Selección Española de fútbol volvió a paralizar toda la actividad en la ciudad. Ni el mercado medieval ni comercios que habitualmente abren los sábado por la tarde ni siquiera personas paseando por las calles. Los aficionados estaban concentrados en bares, casas o ante la pantalla gigante instalada en la plaza de las Cuatro Culturas. Momentos antes de iniciarse el partido ya se apreciaba esa soledad en las calles melillenses, sólo rota por aquellos que se dirigían a los lugares de reunión para disfrutar del encuentro con los amigos.
Casi dos horas de silencio sólo rotas por los ¡huy! ante los disparos a portería de los españoles o los ¡uf! de alivio porque los tiros de los paraguayos no entraban.
Al final, de nuevo Villa marcó y el silencio se convirtió en gritos de alegría y otra vez, concentración en la Plaza de España para celebrar, junto a miles de aficionados, el pase histórico de los españoles a semifinales.
En teoría quedan dos posibles celebraciones y si ayer en la Plaza no cabía un alma, qué vamos a dejar en caso de que España se proclame campeona del mundo.
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