‘El Faro’ tuvo la oportunidad de tratar con Rosario Castaño, experta en sexología, los cambios que han percibido los especialistas sobre los temas que preocupan a las mujeres y los hombres sobre el sexo.
La disfunción sexual es un aspecto que importa no sólo a los hombres, sino también a las mujeres, junto con la pérdida de deseo, los problemas en la excitación, el dolor en las relaciones sexuales o la disminución de la intensidad de los orgasmos. Todos ellos son motivos de consultas en las áreas de ginecología y sexología. ‘El Faro’ tuvo la oportunidad de entrevistar hace unas semanas a una experta en estos temas, la psicóloga clínica y sexóloga Rosario Castaño, quien estuvo de visita en la ciudad y con la que abordamos los nuevos cambios que se están produciendo en las consultas médicas y psicólogos respecto a las transformaciones sociales de los últimos años.
–¿Ha habido muchos cambios en las consultas de sexología en los últimos años?
– Todo cambió en las consultas de sexología con la llegada de la Viagra. A pesar de los años, los hombres quieren seguir teniendo deseo sexual y hasta este punto de aparición de este medicamento no se había estudiado la sexualidad en mujeres. De repente nos damos cuenta todos de que las mujeres cuando van a consulta empiezan a decir que ellas también desean tener deseo sexual. Hay numerosos cambios, pues ya no acuden sólo las mujeres de 30 años que tienen problemas, sino que vienen mujeres de 50, que a parte de tener la piel seca, sofocos y dormir mal, no tienen ninguna gana de sexo. Pueden que no tengan problemas físicos pero no les apetece y quieren saber el porqué. Además, deja de existir en estas conversaciones las palabras marido para pasar a pareja. Incluso se cambia la palabra impotencia por disfunción eréctil.
– Un cambio en el que han participado las mujeres.
– Las mujeres de 50 años viven su sexualidad con más naturalidad y lo que buscan son soluciones a cosas concretas, como las aportadas en las consultas de ginecología. Son las mujeres las que han cambiado la mentalidad de los médicos. La mujer ha ido presionando desde la comercialización de los anticonceptivos, ya que fueron ellas las que preguntaban a los médicos para evitar los embarazos. Y con la menopausia pasó igual. Ellas desean seguir funcionando a pesar de que se producen un montón de cambios en nuestros cuerpos.
–¿Cuáles son sus recomendaciones para las mujeres que ya tienen menopausia?
– Lo principal es la revisión ginecológica. Además, se recomiendan cremas y tratamientos vaginales, algunas con hormonas y otras simplemente hidratantes de la mucosa vaginal. Ellas se quejan mucho de que hablan de sexo con la sexóloga pero necesitan reeducar a su pareja, pues la mayor parte de los hombres ven el sexo desde el punto de vista coital. No erotizan y la mujer, en ese sentido, hace un reaprendizaje y utiliza el cuerpo de otra manera, ya no tan física ni mecánica. Esto es lo que más les baja el deseo sexual a la mujer, no tienen ganas por este motivo.
–¿También ha cambiado la forma de hablar sobre sexo?
– Las pacientes hablan con menos vergüenza de estos temas. Por ejemplo, la vagina ha dejado de ser un tema oculto y misterioso a ser algo real. Las mujeres han aprendido a poner en contacto la mente con la vagina. Hace 30 años no se utilizaba esta palabra. También son más sinceras entre amigas, pero tienden a cuidar a su pareja delante de otras personas. Se actúa de forma maternal; así, no le van a contar a una amiga que su pareja tiene eyaculación precoz o que es impotente. Esto les horroriza a los hombres y las mujeres los protegen. Erección era otra de esas palabras que no se pronunciaban. Sin embargo, me gusta ese cierto pudor en la persona a la hora de hablar de sexo. Es un velo trasparente y forma parte de esa privacidad, pues desnudas una parte íntima. Yo distingo entre la sexualidad, que es cómo eres tú en tu vida, cómo eres cómo amas, qué deseas, de las relaciones sexuales.
–¿Esos son los matices entre sexo y sexualidad?
– La sexualidad es cómo seduces a uno, cómo se desarrolla esa confianza entre dos personas. No podemos verlo como una acción sin más en la que te marcan cómo actuar. Cuando hablamos de sexo lo hacemos como si fuera algo externo a nosotros, sin embargo, siempre hacemos referencias a circunstancias que tienen que ver con nosotros, de las experiencias vividas o de las que hemos escuchado a otras personas. En el fondo, la sexualidad tendremos que incorporarla como la forma con la que nos relacionamos entre nosotros. Se ve el sexo como si no pasara nada, pero sí que pasan cosas porque son relaciones entre personas. Cuando tienes sexo también aportas mucho de ti mismo. Además, está todo muy mitificado en el sexo, sobre todo, en el sentido del placer. Tenemos la idea de imitar las películas.
–¿Llegan a la consulta mujeres a las que se les plantean conflictos sobre sexo y la maternidad?
– Las relaciones sexuales se han separado de la maternidad pero llega un momento en las mujeres, sobre los 32 ó 34 años, que piensan si quieren o no ser madres y comienzan los conflictos emocionales muy fuertes. Empiezan a mezclarse las relaciones sexuales, el compromiso, la maternidad y vuelve a aparecer que el sexo se relaciona con la pareja y la maternidad. Ya no es pasar un rato divertido. Pero también vienen a consulta hombres preguntando por este motivo. Hay casos de falta de deseo sexual en generaciones de mujeres que no existía hace unos años, cuando sólo te planteaban dudas sobre posturas. Pero ahora es falta de deseo o mi cuerpo no responde lo que hace que mujeres de 30 años visiten a la sexologa.
–¿Tener una familia sigue siendo un factor importante en la vida de una mujer?
– Las mujeres se plantean tener una pareja y cuentan con una vida profesional exitosa, aunque les surge la falta de estímulos emocionales y la familia tiene mucho peso social aún. La identidad de una mujer ya no pasa por la maternidad. Ahora que una mujer tenga o no hijos no es relevante, cuando en los años 50 era un drama. El problema no es que se quiera ser madre a los 30 sino que surgen factores complejos alrededor como el trabajo o la pareja. Se tarda tanto en decidir por la falta de apoyo social a la maternidad. Ya no es un valor ser madre, más bien al contrario, ya que tienes más facilidad para perder pareja y trabajo si lo deseas.
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