Opinión

Tiene que ser un error

El presidente de la Sociedad Pública Promesa, Jesús Delgado Aboy, ha defendido esta semana que las rebajas fiscales, como las que propuso la consejera de Hacienda Dunia Almansouri en el Foro Económico de El Faro, no son suficientes para atraer empresas a Melilla.

Desde luego son declaraciones controvertidas, pero sus motivos tendrá. Según explica Delgado Aboy, es necesario que en Melilla hagamos como en Ceuta y promocionemos las ventajas fiscales ya existentes para intentar convencer a quienes desconocen los beneficios que a nivel impositivo tiene para una empresa tecnológica abrir su sede en la ciudad.

Sin quererlo o queriéndolo, Delgado Aboy ha destapado la olla de los truenos. No puede ser que a las puertas del tercer año de legislatura nos demos cuenta ahora de que Ceuta se vende mejor que nosotros en foros empresariales; de que no hemos invertido ni tiempo ni esfuerzo en hacer algo que dábamos por hecho que se hace desde hace años en Melilla.

No puede ser que ahora, en la recta final de la legislatura, descubramos que no hemos movido un dedo o al menos no lo suficiente para atraer inversores a la ciudad. Tiene que ser un error.

¿Por qué en Ceuta sí están haciendo eso y aquí no? ¿Quién es el responsable de haberse dormido en los laureles? La polémica está servida, sobre todo, porque no ha sido hasta ahora que se ha puesto sobre la mesa la necesidad de modificar los estatutos de Promesa para sacudirle la burocracia de encima. ¿Por qué hemos esperado tanto para hacerlo?

Evidentemente nos parece bien que se modifique lo que se tenga que modificar para que las decisiones sean más ágiles, siempre que por el camino no nos cueste más dinero público, porque ahora mismo, los euros donde mejor están es en las cuentas de las empresas. Todos los esfuerzos deben ir dirigidos a invertir en el tejido económico y empresarial, especialmente porque tenemos en estos momentos una de las Administraciones más gigantescas que hayamos conocido jamás.

Ojalá sea la única que piensa que estamos entretenidos con las series de Netflix en la luna de Valencia. La idea no es sólo salir a vender fuera nuestras bondades impositivas, sino atraer empresarios a la ciudad para que conozcan Melilla y se enteren 'in situ' de todo lo que se están perdiendo.

Suponiendo que eso salga bien; que los viajes que se organicen a la larga salgan rentables; suponiendo que incluso que serán todo un éxito, no me negarán que sin más ventajas fiscales no vamos a convencer a una empresa que tiene su sede en Malta con el mismo descuento que en Melilla, para que levante el chiringuito y se mude a la ciudad.

Hemos atraído, con suerte, a muchas de las compañías del juego online que huyeron de Gibraltar tras el Brexit, pero no podemos conformarnos con eso. Hay que ir a por más. Hay que presentar un proyecto de rebajas fiscales atractivas para que los asesores de Mark Zuckerberg le animen a instalarse en el norte de África. Tienen que ser lo suficientemente jugosas para que el fundador de Facebook ignore el clima de tensión que rodea nuestras fronteras, debido, fundamentalmente a la enemistad entre Marruecos y Argelia y por supuesto de Marruecos y España.

Los emprendedores saben que a menudo, cuando se presentan los planes de ayudas, se nos llenan los ojos de chiribitas, pero en cuanto leemos la letra pequeña nos damos cuenta de que no nos merece la pena solicitar la subvención.

Eso, en mi opinión, es algo que hay que repensar. Las ayudas tienen que servir de impulso a la actividad empresarial, aunque también es cierto que hay que poner requisitos para que no nos salga una compañía caza subvenciones que coge la ayuda y luego se muda con nuestros millones a otra parte.

Para conseguir convertirnos en un polo de atracción empresarial, tenemos que poner un anzuelo atractivo. En estos momentos queremos que los empresarios de la península inviertan en Melilla y proponemos que lo hagan en el polígono industrial Sepes, que se ha quedado desangelado y, seamos honestos, anticuado.

Con tantos polígonos vacíos que hay en la península, ¿por qué iban a venir al nuestro? Es cierto que aquí se paga la mitad de la tasa que se cobra a las tecnológicas, pero también lo es que estamos a entre seis y ocho horas en barco de la península y que desplazar a un no residente a la ciudad sale por 1.200 euros el billete.

Es verdad que el polígono del Sepes se puede arreglar y en eso, Hacienda ya ha puesto sobre la mesa la posibilidad de ofrecer ayudas a quienes quieran invertir en Melilla para que modernicen las naves, pero no nos engañemos: eso no es suficiente.

¿Creéis que una empresa como Google querrá instalarse en el Sepes? Ese es nuestro problema, que tenemos la autoestima baja y aspiramos a lo que sobre. Nos condenamos nosotros mismos a quedarnos a la espera de que nos elijan quienes no encuentren un sitio más atractivo en Ceuta, mejor conectada con el mundo exterior y con las mismas rebajas fiscales que tenemos aquí.

En eso tengo que darle la razón al presidente del Puerto, Víctor Gamero. Él defiende que Melilla y Ceuta deben ir de la mano, pero no a pedir lo mismo. Tenemos nuestras particularidades y digan lo que digan, sólo ventajas fiscales interesantes y más inversión del Estado nos sacarán del hueco.

Ahí está la clave que explica por qué Gloria Rojas no ha querido soltar prenda sobre cómo le fue en la reunión de este lunes con representantes del Centro Tecnológico de Málaga.

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