La cuerda se está tensando en exceso, en lo que no dejo de interpretar como un último recurso de quienes se juegan su futuro político en las próximas elecciones autonómicas o locales. Recojo en mis informaciones y tengo en cuenta en mis opiniones las denuncias de CpM y PSOE contra un procedimiento judicial, el de la presunta manipulación del voto y, en especial, del voto por correo en las Generales de 2008, que tachan de haber atentado contra derechos fundamentales de ciudadanos españoles melillenses, y que, además, aseguran, se está instruyendo parcialmente gracias, insisten, a la parcialidad de un juez al que acusan de estar al servicio del presidente Imbroda.
No obstante, me cuesta entender cómo Imbroda es capaz de controlar al Ministerio Fiscal, al Ministerio del Interior, al los poderes de un Estado que, a pesar de la independencia de la Justicia y fuerzas de seguridad, marcan directrices sobre los mismos y tienen una ascendencia clara sobre ellos. Teniendo cuenta lo que socialistas y cepemistas andan diciendo a pesar de que el Gobierno central está en manos del PSOE y no del PP, resulta difícil imaginar qué dirían si fuera el Partido Popular el que estuviera al frente de la Nación.
Hemos llegado a los extremos más extremos donde todo cabe. Especialmente la burda manipulación, de la que ayer el Partido Socialista hizo gala a través de su diputado Amín Azmani, mediante un comunicado en el que responsabilizaba a Imbroda de los acontecimientos del año 85, como si hubiera sido Imbroda y no el PSOE y el Gobierno de Felipe González los que intentaron aplicar la Ley de Extranjería a unos melillenses que no admitían ser considerados extranjeros en su propia tierra y que libremente deseaban optar por ser españoles.
Es cierto que Imbroda, como la dirección del PSOE de entonces, los sindicatos, salvo Comisiones Obreras, y prácticamente todas las fuerzas vivas de la ‘Melilla cristiana’ (sociológicamente hablando), cerraron filas en aquel año 85 contra un movimiento que defendía los derechos cívicos y jurídicos de los melillenses rifeños pero que, sin embargo, necesitaba de un discurso de confrontación contra la Ley de Extranjería, con el que alimentaba todos los temores inveterados de una ciudad anclada, entonces más que ahora, en la espada de Damocles que suponía el más beligerante irredentismo anexionista marroquí y la, también por entonces muy cercana, entrega del Sáhara a Marruecos.
Han pasado 25 años, la ciudad se ha trasformado. ¿Verdaderamente hay que volver al año 85 desde esa perspectiva de confrontación? ¿Se olvida Azmani y el PSOE de cómo fueron en realidad los hechos? No lo creo, juegan a la manipulación burda y maligna en beneficio propio, a costa del desconocimiento posible de nuevas generaciones de melillenses hipanobereberes que, como tales, han nacido y crecido con DNI, con al menos todos sus derechos formales como españoles reconocidos por las autoridades de nuestro país.
Azmani no sólo manipula la historia cuando presenta los hechos del 85 con ese sesgo incendiario que sólo puede perseguir enfrentar a la comunidad musulmana contra el presidente de la Ciudad y el Partido Popular. Tergiversa abiertamente unas manifestaciones de la popular Katy Muriel, en la que recomendó a la Comisión Islámica que “se vaya a otro país” si no le gusta la Justicia española, pero no, como dice Azmani, que “se vayan de Melilla todos aquellos a los que no les guste la forma de gobernar de los populares”.
Estamos haciéndonos un daño extremo que no beneficia a nadie, ni siquiera a un Partido Socialista que con estos argumentos tampoco tiene empacho en contradecirse abiertamente. Recuérdese que el PSOE se distancia de sus coaligados de CpM para las municipales de mayo alegando que no quiere verse involucrado en el “discurso identitario” que dice tienen cepemistas y populares. Sin embargo, incurre a la vez en la más vil contradicción al llamar a los musulmanes de esta ciudad a la confrontación con el Partido Popular de Melilla.
Lo he dicho muchas veces, dejemos que la Justicia actúe. Si cepemistas y socialistas creen que deben recusar al juez instructor del procedimiento en que Muñoz, Aberchán, Azmani y 24 personas más se encuentran imputadas, que lo hagan, pero en el ámbito correspondiente. Igualmente, que le presenten una querella por presunta prevaricación si lo creen conveniente. No enloden la ciudad con discursos incendiarios que buscan enfrentar a “cristianos y musulmanes”. Aún nos queda mucho camino por recorrer para alcanzar una mayor situación de igualdad entre todos los melillenses, pero no echemos por tierra lo conseguido, porque todos hemos ido cambiando y, al final, ha sido para mejor. No volvamos atrás porque algunos, abiertamente, tengan muy claro que el 22 de mayo se están jugando su futuro político, su continuidad o su extinción.
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