POR primera vez en mucho tiempo, la inauguración de la Feria de Melilla ha pasado a un segundo plano, en una jornada marcada por la multitudinaria marcha convocada por la ONG Voluntariado Islámico de Acción Social (VIAS) y secundada por Coalición por Melilla, entre otros colectivos.
Muchos melillenses, sobre todo, los más jóvenes, llevan tiempo esperando la llegada de una Feria que nos ha costado a todos 600.000 euros.
Éstas, no se nos olvide, son las fiestas patronales de todos los melillenses: de los indignados por el veto a la entrada de borregos marroquíes tras el brote de fiebre aftosa en el país vecino y de los que no se ven afectados por la decisión sanitaria de prohibir la entrada de corderos de Marruecos en Melilla.
Es curioso que la manifestación que salió ayer de la Mezquita Central y llegó a la Plaza de España levante por bandera la defensa de las tradiciones de una parte de la población de esta ciudad y elija para ello el día en que tradicionalmente Melilla inaugura su Feria anual. Tan importantes son las costumbres de unos como las de todos. No se puede defender una tradición ignorando otra.
Desde El Faro ya habíamos advertido de la necesidad de que esta polémica, que empezó siendo artificial, no se nos fuera de las manos. Pues bien, se nos ha ido.
Aquí se ha sacado a la gente a la calle atemorizándola con que después del veto al borrego marroquí vendrá otra prohibición, que terminará afectando a las costumbres y tradiciones del pueblo amazigh.
Ayer los convocantes demostraron su poder de convocatoria y hasta corearon el nombre de Mustafa Aberchán como presidente de Melilla. ¿De qué estamos hablando, del borrego o de política?
Hay que ser responsables. Los políticos deberían aparcar sus diferencias para dejar que el resto de los habitantes de esta ciudad tengamos la fiesta en paz.
Estos son días para compartir en familia y con los amigos. Todos juntos: musulmanes, cristianos, hebreos e hindúes deberíamos celebrar nuestras fiestas aparcando las diferencias, enfriando los egos revueltos y pensando en que lo mejor para esta ciudad no es tener a media Melilla en pie de guerra y a la otra de fiesta.
Pedimos responsabilidad a los políticos. Hemos ido a votar dos veces en los últimos ocho meses y no sabemos si tendremos que volver a las urnas en las vacaciones de Navidad. Ahora, por favor, dejennos disfrutar de las fiestas.
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