Opinión

Tenemos un problema cada vez más grande en Melilla

Desde este lunes 10 de enero, las mascotas de Melilla son tratadas en el aeropuerto de Granada y en el puerto de Motril como animales de compañía procedentes de terceros países. Como ninguno de los dos es un punto habilitado para el acceso de mascotas procedentes del 'extranjero', sencillamente no permiten la entrada de perros y gatos de nuestra ciudad.

La decisión sanitaria, tomada debido al nivel 1 de alerta por rabia que tenemos en Melilla desde noviembre de 2021, no deja de tener su connotación política. De hecho, podría interpretarse como un ataque a la españolidad de esta tierra. Sin dudas, Marruecos ya tiene un clavo ardiendo al que agarrarse para reforzar el eslogan publicitario que nos tiene adjudicado y que me niego a reproducir.

Si desde la entrada en vigor de la modificación del Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil los animales de compañía dejan de ser "cosas" o "bienes inmuebles" para formar parte de nuestra familia, es incomprensible que por motivos sanitarios se impida que esa familia pueda acompañarnos en un avión con destino Granada o en un barco hacia Motril. Si los dueños son españoles, como un madrileño o un catalán, ¿por qué sus mascotas tienen que cumplir protocolos que sólo se aplican a los animales procedentes de terceros países?

Entendemos que se trata de una medida sanitaria que, en mi opinión, se podría salvar con más controles sanitarios, incluso rigurosos; certificados del veterinario antes de viajar o cualquier otro tipo de medida que se quiera implementar para no limitar la libertad de circulación de los españoles de Melilla que no pueden viajar a Granada o Motril si tienen mascota en casa.

Detrás de todo esto, tenemos un nivel 1 de alerta por rabia que no sabemos por qué nadie ha explicado cuándo acaba o por qué no ha acabado ya tras casi dos meses en vigor. No puede ser que no seamos capaces de controlar manadas de perros con rabia en una ciudad de poco más de 12 kilómetros cuadrados, con la frontera cerrada y prácticamente sin entradas de barcos en su puerto. ¿Es que somos ineficientes, ineficaces, incompetentes o dejados?

Si se fijan, cada vez se hace más difícil vivir en Melilla. Todo son pegas. Todo es dinero, dinero y dinero. Los alquileres por las nubes, la factura de la luz eléctrica para morirse, las verduras a precio de entrecot, el pescado fresco, pero fresco de verdad, en busca y captura... Se van las navieras, las aerolíneas, todo menos el covid. ¿Quién da más?

Con todos estos problemas es casi imposible atraer talento a Melilla. Y quien dice talento, dice también trabajadores formados, por ejemplo, para las panaderías que siguen sin poder ir a más porque no tienen la mano de obra que necesitan. Son muchos los peros que se comen el plus de residencia de quienes tienen la suerte de notarlo en sus nóminas. ¿A quién le va a merecer la pena venir a esta ciudad? Ahí están las estadísticas: estamos perdiendo población.

Ya lo último es el festival de ratas que tenemos por todas partes. ¿Cómo se explica que teniendo una empresa dedicada a la desratización nos encontremos a plena luz del día roedores peleándose con un gato en el Industrial o posando debajo de la lluvia mientras les graban un vídeo en el centro de la ciudad?

Y todavía hay quien critica a El Faro por publicar esas imágenes. La noticia no es la frivolidad de una pelea, la noticia es la insalubridad que desprenden esas imágenes. Hasta que llegué a Melilla creía que las ratas más gordas eran las de Berlín. Pero si montamos un campeonato, ganamos en la categoría de pesos pesados. Nauseabundo.

En 2012, muchos agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil venían voluntarios a Melilla atraídos por el sueldo. Pero en cuanto los cogía un salto a la valla un día sí y otro también entendían que aquí no regalan los euros. Si a eso sumas los pasos que se dieron hacia la equiparación salarial, concluyes que la presión de trabajar en esta ciudad supera cualquier expectativa.

Y qué queréis que os diga: tenemos un problema. No hay forma de enderezar nuestro rumbo. Tenemos rebajas fiscales para empresas de tecnología que no funcionan. Quién va a venir a Melilla teniendo a Ceuta a media hora en helicóptero desde Málaga.

Esto es como el que tiene un tío en Granada, ni tiene tío, ni tiene nada. No funciona esa medida para Melilla. Aquí necesitamos más rebajas y no me vale que me tachen de abusar del fatalismo geográfico. Tenemos un problema y cada vez se hace más grande. ¿Lo solucionamos?

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