El proyecto Kahinarte transforma los pasillos del mercado de abastos en una galería de fotografías de los comerciantes.
Son 30 personas que creen en el valor del mercado tradicional. Son los que luchan a diario para que sus pequeños puestos no desaparezcan con la llegada de las grandes superficies a Melilla. Ellos dan valor al trato personalizado. Conocen al cliente, le guardan las mejores fresas, los rapes más hermosos y las gambas más sabrosas porque saben lo que quieren los compradores. Siempre tienen un trato especial, cercano y sin falsos halagos con los ciudadanos que a diario les compran sus productos. Son los tenderos del Mercado Central.
El proyecto Kahinarte, que se está desarrollando gracias a la colaboración del Instituto de las Culturas, se fijó en estos comerciantes. Muchas de ellos llevan más de 30 años tras un mostrador escogiendo las mejores piezas de fruta para sus clientes. Son personas sencillas, calladas, normales. Por eso, dan nombre a la exposición de fotografías en las que han sido retratados ‘Personas silenciosas’.
El coordinador de Kahinarte, Francesco Bondanini, explicó ayer que no fue tan fácil desarrollar esta actividad. Les ha llevado mucho tiempo hablar con los tenderos y explicarles que el objetivo de esta muestra de fotografías no era sacar dinero, sino transformar el espacio de intercambio comercial en un lugar cultural.
Poco a poco y escuchando cada una de las historias que hay detrás de los mostradores y que callan estas personas, Bondanini y Fátima Mesaud, colaboradora en este proyecto, consiguieron retratar a 30 de los tenderos del Mercado Central. Algunos de ellos posan como auténticos modelos y otros, simplemente muestran la sonrisa que de forma habitual tienen para todos los que entran en el mercado de abastos.
Mesaud explicó en la inauguración de esta muestra que los comerciantes tenían cierto reparo a la hora de hacerse la fotografía porque no estaban acostumbrados a posar. Pero destacó que tras charlar con ellos, conseguían sacar la imagen que desea transmitir este proyecto.
Uno de los motivos por el que los comerciantes colaboraron con la exposición de fotografías, que estarán a la vista durante varias semanas, es que necesitan ideas que revitalicen el mercado. Los tenderos aseguran que no son muchos los ciudadanos que apuestan por hacer sus compras en este lugar y eso hace que con el tiempo se vayan perdiendo los pequeños negocios.
Además de la inauguración de las 30 fotografías, ayer se contó con varias actuaciones de los alumnos de la Escuela Taller de Flamenco, incluso uno de los comerciantes se animó a interpretar una conocida copla de Miguel de Molina. Fue El Founti Mohamed, que demostró que los bereberes saben cantar ‘Cocinero, cocinero’.
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