Ya No nos quedamos cortos cuando afirmamos que ha comenzado la cuenta atrás para el salto tecnológico en Melilla, ni tampoco que el segundo cable de fibra óptica hará posible que la vieja aspiración de potenciar nuestra ciudad como lugar idóneo para la radicación de empresas dedicadas al mundo de la telemática de una vez puede comenzar a ser posible. Hasta ahora, podía instalarse una empresa de telemarketing, como la que cerró un convenio en tal sentido con la sociedad Proyecto Melilla -me refiero a Teleperfomance- pero poco más. Incluso el sector del operador telefónico al servicio de terceros para gestión de productos diversos, podría encontrar en Melilla serias desventajas para su negocio si volviera a repetirse como ya ocurrió recientemente, aunque con menor incidencia que hace ya cuatro años, un nuevo apagón tecnológico que aquel de infausto recuerdo sucedido en marzo de 2007.
Una vez se instale el segundo cable de fibra óptica y se cumpla lo que Telefónica ha comprometido, para mejorar también su cableado urbano e interno en nuestra ciudad, a fin de garantizar mejor señal de la banda ancha entre los usuarios melillenses, Melilla sí podrá hacer valer sus ventajas fiscales para empresas de hosting (de almacenamiento de páginas webs), de callcenter o telemática en general, como las que han creado riqueza en varias ciudades españolas.
Pero más cerca tenemos el ejemplo del parque tecnológico de Málaga, que sin ser lo mismo que el centro de investigación tecnológica que va a crearse en la zona de la Alcazaba, con un 75% de financiación europea a cargo de los fondos Feder, sí supone un puntal decisorio para no sólo encaramarnos de una vez en la sociedad de la información, sino para lograr explotar también ese nuevo yacimiento de empleo que suponen las nuevas tecnologías.
Melilla es una ciudad ideal para ese tipo de empresas que no requieren de grandes espacios físicos ni enormes inversiones materiales, porque lo que manejan es un soporte de comunicación que sirve de plataforma para los servicios que prestan.
Ha sido la teoría expuesta durante años por el presidente de Proyecto Melilla, José María López Bueno, pero también una utopía para una ciudad que requiere de infraestructuras verdaderamente operativas para lograr ese objetivo.
Con el segundo cable de fibra óptica los melillenses podremos contratar más velocidad en la conexión a Internet en la seguridad de que realmente operaremos a los megas que aspiramos a tener en nuestras terminales, pero también conseguiremos una oportunidad de desarrollo económico que haga posible llevar a la práctica ideas tan impecables en la teoría como las que ha venido defendiendo López Bueno.
Nos faltaba la principal pata del banco para que pudiéramos sostener lo que, sin ese segundo cable de fibra óptica, no dejaba de resultar una entelequia.
No obstante, tan importante como el despliegue de ese cable, tan esencial para nuestro desarrollo y avance, es que Telefónica mejore y renueve su antiguo cableado de cobre para sustituirlo por una fibra óptica que haga llegar la banda ancha hasta la propia puerta de nuestros hogares. Este objetivo, proyectado hoy por hoy por la compañía sólo para Madrid y Barcelona, es esencial para ese salto no ya al futuro sino a un presente más prometedor como el que necesitamos y demandamos en una ciudad que requiere de alternativas económicas y nuevos yacimientos de empleo.
Teniendo en cuenta que la operación financiera para la instalación de este segundo cable no es que no nos cueste un euro a los melillenses, sino que incluso a a reportar ingresos a nuestra Ciudad Autónoma, hay muchos motivos para felicitarse y para confiar en que tenemos serias posibilidades de futuro cuando nuestro comercio con Marruecos, una de nuestras principales e históricas fuentes de ingresos, anda agotándose.
Apostemos por esta línea, porque en el mundo globalizado en el que vivimos cada vez más el conocimiento es el principal capital que comenzará a comercializarse. Y aunque nuestro índice de fracaso escolar sea alto y muchos de nuestros trabajadores carezcan de cualificación, ninguno de estos pésimos parámetros debe arredrarnos para enfilar el porvenir hacia el norte que promete un mayor desarrollo y modernidad, no sólo para Melilla sino también para su entorno.
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