Hay personas que, por muy efímeras que sean en un pueblo, dejan rastro. Les pasa a los albañiles, a los agentes comerciales y hasta a los deportistas, ergo Taylor Coppenrath una torre que vino a Melilla el pasado año procedente de Vermont, con escala en el Pallacanestro deBiella, allá por Italia.
Nació el 8 de noviembre de 1981 en los Estados Unidos pero su futuro estaba dibujado hacia la otra ribera del Atlántico: Europa le estaba esperando.
Este joven yanky se ha europeizado, se ha enamorado de Europa pero, sobre todo, de España. Y no hay que caer en los tópicos…la gastronomía, el clima. Eso también pero Taylor está enamorado del carácter español, ese carácter que permite vivir la vida con determinada tranquilidad, valorando los mejores momentos, una vida poco rutinaria y con mucho énfasis humano. En Vermont se vive a lo loco, aquí, a lo cuerdo.
A Coppenrath le conocen muy bien los periodistas deportivos, fundamentalmente los de Onda Cero. Y es que tanto Ricardo Fernández como Fausto Mas son brujos e interpretan bien el perfil humano de las personas, amén del fundamento deportivo. En este campo no es que entiendan, sino que son maestros de alto nivel.
Los ‘deportivos’ de esa cadena radiofónica tienen una balanza a la hora de otorgar sus galardones anuales. En uno de sus platillos reposa el perfil profesional del deportista y en el otro el contorno del ser humano por dentro, lo que no se ve pero se intuye. Cuando los platillos se igualan en el fiel de la balanza, premio al canto. Y aparecen personas como Nacho Romero o Taylor Coppenrath.
Taylor Coppenrath es un jugador norteamericano de baloncesto formado en la Universidad de Vermont. Tras jugar en el Club Melilla Baloncesto de la Liga Adecco LEB Oro, procedente del Pallacanestro Biella de la Liga de baloncesto de Italia, dejó parte de su corazón en esta nuestra ciudad norteafricana y, por cuestión de calidad y de lo de la oferta y la demanda, se fue al Club de Baloncesto Murcia para intentar devolverlo a la Liga ACB.
No, no es un Pau Gasol de la vida, ni tiene por qué. Es un buen jugador de baloncesto y es una gran persona, así lo entienden los expertos. Ricardo Fernández Sánchez : “Su calidad no hay quien la ponga en duda y mucho menos su condición humana. Él fue uno de los artífices de la gran temporada realizada por el club que a punto estuvo de rematarse con el ascenso a la ACB y siempre será recordado en Melilla como un ser humano entrañable”, el maestro dixit.
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