Categorías: Cultura y Tradiciones

Tardes de cine, en peligro de extinción

El año pasado pasaron por los cines de Melilla y Ceuta un total de 200.000 espectadores, un 10% menos que hace doce años. El número de películas proyectadas también se ha reducido.

¿Cuánto gastamos en el cine los melillenses y los ceutíes? Menos que la media nacional, según un estudio publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En concreto, los espectadores de las dos ciudades autónomas destinaron 5,7 euros a ir al cine el año pasado, según estos datos de esta estadística, frente a los 6,5 euros de media del conjunto del país. La recaudación ascendió a 900.000 euros, lo que supone una bajada del 10% en comparación con el año 2000, cuando el dinero obtenido por los cines de ambas ciudades ascendió a 1 millón de euros.
La afición de pasar las tardes de domingo disfrutando en la gran pantalla de una buena (o no tan buena) película, acompañada de palomitas, amigos o algún ligue, que a partir de ahí podía convertirse en algo más, está de capa caída. Los directores de cine, los actores, los productores, las grandes salas, todos muestran su preocupación por este desencanto por el séptimo arte en pantalla grande. Internet y las televisiones de plasma han hecho que sustituyamos las butacas numeradas por el sofá de casa y para los más pequeños eso de acudir a las grandes salas ha perdido ya casi toda la magia. En estos momentos en nuestra ciudad hay una sola sala de proyecciones, el antiguo teatro Perelló, donde se estrena una o dos películas semanales. En el caso de Ceuta, la situación es algo mejor, cuenta con unos multicines con cinco salas, en los que en estos momentos se proyectan ocho películas. Sin embargo, en ambas ciudades saben lo que significa tener que bajar las persianas de un cine. En Melilla, hace tres años tuvieron que echar el cierre a los multicines de El Real, en la ciudad caballa ocurrió lo mismo con las salas del centro comercial Parque Ceuta.
Los datos publicados por el Ministerio hacen referencia también al número de espectadores que pasó por los cines de ambas ciudades el año pasado, con un total de 200.000, lo que significa que de media los melillenses y ceutíes fueron poco más de una vez al cine en los doce meses de 2012. El dato es bastante inferior al del año 2000, cuando la cifra de público ascendió a 300.000 personas, con una diferencia que es aún más importante si se tiene en cuenta que la población ha crecido de forma considerable en estos doce años. Es decir, que los melillenses acudían más veces al cine antes que ahora.
En lo que se refiere a las películas que prefieren los residentes en ambas ciudades, sigue ganando de forma aplastante el cine extranjero. El 81% de las películas que se vieron era de origen foráneo. No obstante, si se echa la vista atrás en el tiempo, se comprueba que en el 2000 el 97% de los films que se vieron en las salas melillenses y ceutíes era de otros países, lo que apunta un ligero cambio de tendencia.
En total, se proyectaron en los cines de ambas ciudades 186 películas, frente a las 232 del año 2000 y el número medio de espectadores por sala fue de 19.368 personas, casi la mitad que doce años atrás, cuando esta cifra ascendió a los 37.111.
Lo que sí ha aumentado en estos años, a juzgar por los datos del Ministerio, es el precio de las entradas. El gasto por espectador del año 2000 era en Melilla y Ceuta de 3 euros, casi la mitad que el año pasado. No obstante, esta inversión sigue siendo la más baja del país, en el extremo opuesto se sitúa Madrid con un gasto medio de 7,2 euros.
En una entrevista publicada el domingo por El País, el director español Daniel Sánchez Arévalo mostraba su preocupación por la situación del cine actual y recordaba unas palabras de su compañero de profesión Alejandro Amenábar, que afirmó que no tenía sentido hacer películas sino era para que la gente las viera. Está claro que a la gente le siguen fascinando los personajes y las historias que interpretan sus ídolos, lo que ha cambiado es la forma de acceder a ellos. A algunos nostálgicos aún les gusta esa rutina del olor a palomitas, el murmullo silencioso de la sala y los traillers de los nuevos estrenos que preceden las películas, pero a juzgar por las cifras de las salas, éstos son cada vez más una especie en peligro de extinción.

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