Opinión

Tarde ¿pero mal?

Este jueves la consejera de Salud Pública, Francisca García Maeso, anunció a la prensa, sin dar mayores detalles, que contratará a una empresa externa y especializada para que se dedique a recoger las manadas de perros callejeros que deambulan por la ciudad.

La socialista ha tardado tres meses en tomar esa decisión, pero finalmente y gracias a la presión de la opinión pública, se ha puesto manos a la obra para solucionar cuanto antes un problema que, con la frontera cerrada, no debería tener tan difícil solución.

Según nos cuentan fuentes no oficiales, en la ciudad no hay uno sino tres laceros. Uno en Policía Local, y los otros dos, reubicados en Medio Ambiente, aunque al parecer uno de ellos no está activo por problemas de salud.

Sea como fuere, la solución que había planteado la vicepresidenta Gloria Rojas era poner un anuncio en el Servicio de Empleo Público Estatal para intentar contratar a un cuidador de animales, con el ánimo de reforzar al único lacero que se dedica a recoger perros de la calle.

Siendo sinceros, esa medida ayudaría a hacer una labor constante durante todo el año, pero no solucionaría el problema. Ahora tenemos una crisis y hay que aplicar soluciones inmediatas.

Si nos hubiéramos tomado en serio la alerta de nivel 1 por rabia en noviembre, quizás se podían haber buscado cuidadores para recoger perros callejeros en Melilla. Es más, se podría haber intentado contratarlos por los Planes de Empleo sin necesidad de buscar una empresa externa. Más que nada porque llevamos meses y años con perros callejeros deambulando por las calles. Nunca habían tenido la osadía que tienen ahora, pero esto no es un problema nuevo.

Eso, como todos sabemos, no se hizo. Y ahora tenemos que buscar fuera lo que no hemos ofrecido aquí. Hay que andar más despiertos para intentar barrer para casa, siempre que se pueda. No es una cuestión de chovinismo, sino de sentido común. Siempre nos saldrá más económico contratar aquí, que traer a trabajadores de la península.

El caso es que ahora urge solucionar el problema y la consejera García Maeso ha tomado la decisión que ha entendido más adecuada para el momento de urgencia que vivimos. Si la cosa funciona, si esa empresa llega cuanto antes a Melilla, no sería descabellado pensar que este mismo mes tendríamos solucionado el problema. Pero visto lo visto, mejor no nos hacemos ilusiones. Le damos un voto de confianza, pero fiarnos, lo que se dice fiarnos, ya son palabras mayores.

Sin embargo, la decisión anunciada ayer por la consejera García Maeso demostraría que cuando se quiere, se puede. Pero también habría que confirmar que los perros o los zorros o cualquiera que sea el animal transmisor de la rabia en Melilla no sigue entrando por Marruecos.

Hemos escuchado testimonios de personas que aseguran que han visto perros de Melilla salir de la ciudad por un hueco que hay en la valla en la zona del Río de Oro. Puede ser una leyenda urbana, pero en todo caso hay que estar seguros de que la alambrada es infranqueable.

Sería sensato confirmar que la valla no tiene un agujero en esa zona porque con el dineral que destinamos a su mantenimiento es inaceptable que esto ocurra.

También deberíamos asegurarnos de las condiciones sanitarias del resto de animales criados a la intemperie en Melilla. Hacer la vista gorda no es lo más indicado en momentos como éste.

La crisis de la rabia nos ha demostrado que las cosas no se están haciendo en el Gobierno con la agilidad que deberían hacerse. En este caso, porque resulta que la consejera que lleva la rabia, también ha estado al frente de Salud Pública en la sexta ola de la pandemia, que ha sido virulenta y nos ha dejado en toda España muchos más contagios de los que podíamos imaginar. No dudo que en efecto esté desbordada.

El coronavirus está haciendo estragos en Melilla. Este jueves se han notificado otras dos muertes. La situación es francamente delicada y por mucho que ahora se hable de la gripalización de la pandemia, espero que no se nos olvide que el covid ha minado nuestras fuerzas, ha dejado nuestras empresas bajo mínimos, y se ha cobrado 134 vidas en nuestra ciudad. Se dice rápido, pero no son números. Son 134 familias rotas.

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