La foto del niño sirio Aylan Kurdi, ahogado en una playa turca, ha removido las conciencias europeas.
En Viena, los austriacos han recibido con aplausos a 6.500 refugiados sirios que han hecho el camino a pie desde Hungría. El Real Madrid ha donado un millón de euros para ayudar al Gobierno central a acoger en España sirios llegados desde los Balcanes y las ricas monarquías árabes del Golfo Pérsico empiezan a entonar el ‘mea culpa’ por haber dado la espalda a sus hermanos musulmanes sirios. En Asturias, vecinos a título personal han creado una red para acoger refugiados en sus casas. De pronto, todo el mundo ha comprendido que los sirios huyen de los bárbaros del Estado Islámico, de una guerra atizada por Occidente que los ha dejado sin casa, a muchos sin familia y probablemente sin país. La única salida para seguir vivos es el exilio y parece que eso lo ha comprendido de golpe y porrazo la opinión pública occidental. Pero hay una parte de esta historia que se desconoce, no porque no la hayamos contado en El Faro, sino porque no la han contado los periódicos de Nueva York, Londres o Berlín. Y es que en Melilla, al sur del sur de Europa, en territorio europeo, tenemos un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes lleno de sirios que, como sus compatriotas de los Balcanes, para llegar a Occidente eligieron la ruta de Marruecos porque es menos cara y menos peligrosa. De ellos no se ha dicho ni una palabra. Es cierto que aquí pasa algo similar a lo ocurrido en Hungría: los sirios no quieren que pedir asilo porque están de paso y tienen la vista puesta en Alemania, Austria o Noruega para asentarse con sus familias. Para el primer ministro húngaro, el problema de los miles de refugiados que quieren llegar a la Europa civilizada y próspera atravesando Budapest, la crisis de los refugiados es un problema alemán. Se equivoca y lo hace, sobre todo, cuando pide a la gente que ve cómo bombardean sus casas, que no viajen a Europa, que se queden en Turquía. El problema de los refugiados es de todos y Europa empieza a entenderlo ahora que afecta, sobre todo, a su socio más poderoso: al Gobierno de Angela Merkel. Melilla también está recibiendo refugiados. A ver si se enteran.
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