El tamazight es parte del amplio tesoro cultural de Melilla y, por lo tanto, merece el mayor respeto. Cualquier ataque a esta lengua es una agresión a la heterogénea, tolerante y rica sociedad melillense.
Salima Abdeslam, diputada de CpM, reclamó ayer más atención para el tamazight, pero abordó el apoyo para esta lengua desde el ámbito educativo y planteó su propuesta desde la ‘obligatoriedad’ en lugar de presentarla como una ‘opción’ más que debería ofrecerse a la población.
Empezó diciendo que el sistema educativo debe adaptarse a las circunstancias de nuestra ciudad. En sí mismo, es un planteamiento sensato si con ello se está reclamando una solución para los muchos escolares con dificultades para avanzar en sus estudios por el desconocimiento del español. Sin duda, estos niños necesitan una atención especial que no están recibiendo adecuadamente, como demuestran las altas cuotas de fracaso escolar en este colectivo. Hay que ofrecerles más apoyo para mejorar su nivel de español e incluso tal vez sea conveniente contar con profesores capaces de entenderse con estos niños en tamazight para facilitar su aprendizaje.
Sin embargo, el discurso de Salima Abdeslam empieza a tomar una camino inquietante cuando apuesta por que los niños melillenses sean bilingües y argumenta ese ‘bilingüismo’ como el objetivo de que todos los escolares (no sólo los de cultura amazight) dominen tanto el español como el tamazight.
Escuchando a Abdeslam, un oyente confiando podría creer que la diputada de CpM sólo está expresando deseos en voz alta hilados a vuela pluma, en una especie de ensoñación, a partir de la exposición del problema de los escolares que no conocen bien el español. Sin embargo, la ingenuidad del más inocente se disipa cuando Abdeslam habla de una publicación titulada ‘Puentes lingüísticos entre el tamazight y el castellano’. Este proyecto educativo es obra de Yasin Puertas, otro miembro de CpM que, para más señas, es precisamente el marido de la misma Salima Abdeslam. El plan educativo diseñado por Puertas y un grupo de expertos (según Abdeslam) se compone de cuatro fases. Empieza con niños de 2 a 3 años y termina en el colegio, donde no sólo se ‘animaría’ a los niños de cultura amazight a participar en el aprendizaje de esa lengua y en conocimiento de su cultura. El objetivo final, según explicó la diputada de CpM, es que todos los estudiantes melillenses dominen tanto el tamazight como el español.
Abdeslam debería entender que su ‘objetivo’ tal vez no sea compartido por la totalidad de una población tan heterogénea y multicultural como la melillense. Siempre ha habido en la historia colectivos tentados a conseguir el predominio de sus costumbres, lengua y tradiciones sobre los demás. Sin embargo, es muy difícil encontrarlos en Melilla, donde la principal característica de la población es la tolerancia y el respeto por la cultura del vecino.
Quizá Salima Abdeslam tenga razón cuando señala que un seminario permanente no es suficiente apoyo para el tamazight, pero exagera cuando pretende compensar ese supuesto olvido con posturas más propias de nacionalistas vascos o catalanes, acostumbrados a utilizar la lengua como herramienta de discriminación e imposición.
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