Al cierre de 2021, el número de suicidios había aumentado cinco veces en Melilla con relación al año previo a la pandemia, cuando fue notificada una muerte por esta causa, de acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses.
Si bien las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) correspondientes al año pasado no han sido aún publicadas, el Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes (GIPEC) ya ha dicho que registró cinco muertes autoinfligidas en la ciudad autónoma a lo largo de 2021.
En 2019 en España el INE contabilizó 3.671 fallecimientos por suicidio, la primera causa de muerte violenta en todo el país. Se trata de una cifra anual que para entonces era tres veces mayor que la de fallecidos en accidentes de tráfico, lo que también puede traducirse como diez decesos al día, uno cada dos horas y media.
A tenor con el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, antes de comenzar la pandemia, el ahorcamiento fue el mecanismo de suicidio más frecuente (40,9%), seguido por las intoxicaciones (22,4%) y la precipitación (18,9%). Es importante resaltar que este último es el que predomina en Melilla.
Mientras, el consumo abusivo de medicamentos fue la causa de intoxicación mayoritaria (17,8%), muy por encima de la que le siguió más de cerca: la intoxicación por monóxido de carbono (2,4%). Con menor incidencia, aparecen mecanismos como el atropello, generalmente por tren (2,3%); y la sofocación (1,6%).
No obstante, no pocos especialistas insisten en que este tipo de muerte es un tema tabú, que tiende a enmascararse como un accidente, como si los suicidas fueran diferentes al resto de las personas, lo que hace que la cantidad de suicidios consumados pueda ser dos o tres veces mayor de lo que suponemos.
Es más, erróneamente se piensa que quien quiere suicidarse, no lo dice; o que quien lo comunica, no tiene intención real de hacerlo. Una investigación de la Universidad Complutense de Madrid, citada por 20 Minutos, afirma que nueve de cada diez personas que se quitan la vida le han hecho saber sus intenciones a quienes las rodean, o sea, que han dejado claro que necesitan ayuda.
Pero, por muy alarmantes que fueran ya los datos pre pandémicos, resultaron superados con la llegada del coronavirus. En 2020 en Melilla se contaron cuatro muertes por suicidio. Ésta se mantuvo como la primera causa de muerte no natural o externa a nivel nacional, pero con 3.941 fallecimientos, algo jamás visto desde 1906, cuando comenzaron a registrarse esta clase de defunciones.
Del total de personas que se suicidaron en el primer año de la pandemia (casi 11 al día y una cada dos horas y cuarto), 2.930 eran hombres y 1.011, mujeres, que suponen un 7,4% (270) de muertes más que en 2019.
En concreto, en este año nefasto, el suicidio fue la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, apenas superada por los tumores; y provocó 13,6 veces más muertos que los homicidios.
En 2020 por primera vez hubo más de 1.000 muertes de mujeres por esta causa, que además se duplicó en el caso de los niños.
Asimismo, cuatro de cada diez personas que se quitaron la vida tenían entre 40 y 59 años; y una cuarta parte del total contaba con más de 70.
Sin embargo, una investigación del INE ha arrojado que, para julio de 2020, Melilla y Ceuta eran las autonomías con los índices más bajos de depresión, con menos del 2,5% de su población con algún cuadro depresivo.
Al mismo tiempo, si atendemos a un resumen histórico publicado por el sitio Statista.es, notamos que el mayor número de suicidios registrado en un año en Melilla desde 2005 hasta la fecha se tuvo en 2008, con siete. Hay que recordar que este año coincidió con una grave crisis económica global.
A continuación, se encuentran el 2007 y el 2008, cuando fueron lamentados seis suicidios en la ciudad autónoma. Cinco, además de en 2021, se contabilizaron en 2009, 2011 y 2014.
Por otra parte, al igual que en 2020, a nivel local hubo cuatro muertes por suicidio en 2015. Le siguen con dos, el 2005, el 2016 y el 2017.
Del lado contrario, está el 2006, que ha sido el único de los últimos 17 años en los que no se ha registrado suicidio en Melilla, que lloró una muerte por esta causa tanto en 2010, como en 2013 y 2018.
A la vez, la Organización Mundial de la Salud estima que más de 700.000 personas se suicidan al año. Además, ha calculado unos 20 intentos por suicidio consumado y entre un 5% y un 10% de personas con ideación suicida en algún momento de su vida.
Lo anterior equivale a que en un año en España podrían producirse alrededor de 80.000 intentos de suicidio y que entre dos y cuatro millones de personas posean ideación suicida a largo de su existencia.
Aunque los expertos médicos han abogado en múltiples ocasiones por que España posea un plan estatal específico para la prevención del suicidio, no han tenido éxito.
Si bien este 10 de mayo ha entrado en funcionamiento el 024, una línea gratuita, confidencial y pública de prevención de la conducta suicida, gestionada por Cruz Roja para ayudar las 24 horas al día, los 365 días del año, a las personas con pensamientos o ideaciones suicidas, así como a sus familiares, el presupuesto que se destina a estos fines es aún insuficiente.
Según lo que detalló recientemente a El Faro, el psicólogo Juan Manuel Fernández Millán, del GIPEC, la inversión contra la violencia de género, que fue la causa de 43 fallecimientos en 2020, es de unos 400 millones de euros; y la de los accidentes de tráfico, con más de 1.100 muertes, de 175 millones. Mientras, la salud mental, con casi 4.000 fallecidos, recibe apenas unos 2,5 millones.
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