Los alumnos de 2º de Bachillerato de Melilla se enfrentaron ayer a uno de los mayores temores de los estudiantes: la Selectividad, conocida en los últimos años como PEvAU. Nervios antes de empezar estos exámenes que pueden determinar su futuro a la hora de elegir la carrera que quieren estudiar y que dependerá de la nota que obtengan.
Mucho se ha cuestionado en estos últimos tiempos si la Selectividad cumple su función o si se trata de un proceso que sólo genera un estrés al alumnado que ve su futuro resumido a un examen de unos conocimientos que ya ha tenido que superar.
Debates aparte, lo cierto es que la vigencia de esta prueba permanece y parte de la comunidad docente la considera útil como paso previo a la etapa universitaria.
En el lado opuesto, los estudiantes reconocían ayer, a pocos metros de las aulas donde se examinarían, que han pasado noches en vela, algunas por estudio y otras por los nervios.
Como ellos también sus progenitores, que en muchas ocasiones sufren lo mismo o más que sus hijos, al verlos emprender esta prueba que puede ser decisiva a al hora de determinar su futuro laboral.
Tres jornadas que está claro que quedarán en el recuerdo de muchos y que otros están dispuestos a olvidar para siempre.
Un nuevo paso en su vida como estudiantes que les abre una etapa totalmente distinta en la formación superior.
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