Editorial

Somos el futuro

Los melillenses celebramos este año el Día de la Hispanidad más orgullosos que nunca de nuestros 525 años de historia española en África. En los dos últimos años hemos vivido momentos muy tensos, pero aquí estamos, reclamando y defendiendo nuestro derecho a mirar hacia el futuro con esperanzas.

La subida de los precios nos golpea a todos los europeos por igual, pero no todos encaramos la adversidad de igual manera. Los que estábamos mal antes del coronavirus, hoy estamos infinitamente peor. Y aún así, confiamos en que el Gobierno español hará lo que sea necesario para preservar el Estado de Bienestar y defender nuestra soberanía.

Las fechas señaladas son, sobre todo, fechas para reflexionar sobre si llevamos el ritmo adecuado y vamos por el camino correcto. Y quizás por eso creemos que nuestras diferencias con Marruecos, lejos de difuminarse, han levantado para todos una barrera difícil de ignorar.

En eso, tenemos que asumir nuestra parte de responsabilidad. Como país, no hemos sabido marcar nuestra línea roja, la infranqueable, y eso se paga, por ejemplo, con civiles marroquíes desafiando a nuestra Guardia Civil en nuestras aguas territoriales sin que se nos arquee una ceja o tengamos, como mínimo, el derecho a fruncir el ceño por temor a molestar a un vecino que no hace falta que lo molestemos para que marque nuevas líneas rojas, para ellos sí, infranqueables.

Un día como éste, el de la Hispanidad, es un día de celebración. Hoy nuestros Regulares desfilarán en Madrid y volverán a llenarnos de orgullo. Como nos llena de orgullo nuestra diversidad.

Hoy, el patrullero Infanta Cristina, que llegó ayer a Melilla con la misión de vigilar los espacios marítimos de soberanía nacional, ha programado una jornada de puertas abiertas para que los melillenses conozcamos de cerca a quienes nos protegen. En esta jornada festiva, el mensaje es claro: no estamos solos. Nunca antes estuvimos tan cerca de Europa ni Europa estuvo tan pendiente de su frontera Sur.

Llevábamos años reivindicando nuestra existencia, pero no ha sido hasta la fracasada Marcha Verde sobre Ceuta, que Marruecos entendió alto y claro que aquí no hablamos de dos pequeñas ciudades españolas en el norte de África: hablamos de Europa.

Formamos parte de una comunidad inmensa: la hispano hablante, mucho más rica y diversa en Melilla. Sin quererlo, los melillenses somos un ejemplo de convivencia de culturas, de mezclas mágicas; de acentos y costumbres. Somos el futuro.

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