El Gobierno local dio a conocer ayer su labor, que exige un elevado grado de cualificación.
Crear nuevos puestos de trabajo mientras se conservan los bienes históricos y culturales de la ciudad autónoma. Ese es el objetivo de la Escuela Taller del Patrimonio Artístico y Cultural, cuyos alumnos se afanan actualmente en realizar sus prácticas con trabajos de campo que requieren de manos expertas y cualificadas.
El Gobierno melillense quiso dar a conocer en la jornada de ayer algunas de las tareas que están llevando a cabo estos jóvenes a día de hoy, como la restauración del trono del Cristo de la Paz, una labor exigente a la cual El Faro le dedicó un reportaje en su edición del pasado miércoles. No obstante, han llevado a cabo otros trabajos en el Tercio Gran Capitán de la Legión, la Base Militar Alfonso XIII, la Cruz de los Héroes de Melilla o las piedras y losas del Cementerio de La Purísima.
El director de este taller, Luis Manuel Cardalliaguet, explicó ayer a los medios de comunicación que se imparten cinco especialidades y que en cada una hay un máximo de diez alumnos, un número muy limitado porque las enseñanzas que se dan requieren de un seguimiento exhausto por parte del profesorado, que necesita trabajar con grupos pequeños. Hay que recordar que buena parte del patrimonio de Melilla pasará por la atenta mirada de estos jóvenes, por lo que la calidad de la enseñanza debe ser exquisita.
Sin embargo, la iniciativa tiene un lunar: La baja tasa de inserción laboral de los alumnos. En este terreno, Cardalliaguet remarcó que el 80% son mujeres de entre dieciséis y veinticinco años, y que éstas tienen más difícil su entrada en el mercado de trabajo. Algo mejor se presenta el panorama para los hombres, que suelen ser requeridos por empresas especializadas de la península y que canalizan sus ofertas a través de la Escuela Taller. No obstante, las cifras hablan por sí solas: Un 27% de los alumnos logra encontrar empleo.