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Sogorb, la lucha de una familia por dar felicidad a los melillenses

Hace ya unos años Juan Ramírez Sogorb se hizo cargo de una destilería que había en el Industrial y logró que sus productos, como vermut, alcanzaran el reconocimiento de los melillenses. Con el paso de los años fue adaptando su negocio a lo que demandaba la sociedad. Dolores, su mujer, le acompañó en esta aventura.

Fueron pioneros en muchas cosas y cuatro de sus cinco hijos siguieron su estela, aunque ahora Sogorb e Hijos está en manos de Mariloli y Juan. Conservan una tienda gourmet y el almacén en el SEPES. Pero hay mucha historia detrás de este apellido.

Los inicios

Sogorb es el segundo apellido de Juan. Era diferente y menos común y, por eso, junto a su mujer, lo eligieron para el nombre de su negocio. Éste comenzó con una destilería artesanal en el barrio del Industrial.

Juan era un gran emprendedor. Cogió el traspaso de una destilería del mallorquín Juan Ordás. Éste le explicó cada proceso y truco para hacer los destilados. Y es que Juan no entendía de química. Pero al final, su afán por mejorar hizo que sus productor fueran de mejor calidad.

Juan se dio cuenta de que el negocio podía ir a más y fue cogiendo la representación de marcas importantes de bebidas, pero también de productos tan especiales en aquella época como embutidos de Mallorca.

Se hizo de un buen nombre entre la población. Y no estaba solo, Dolores le acompañó en todo este proceso. Juan hijo, que atiende a El Faro en la tienda gourmet y explica que su madre fue una adelantada a su tiempo. No solo ayudó en el negocio, porque le encantaba, es que era una de las pocas que tenía carnet de conducir y usaba el coche para moverse.

La empresa creció con el ímpetu y la lucha de los dos. Los dos levantaron este negocio familiar.

Cuando comenzaron, en Melilla había muchas tascas y se enfocaron a vender destilados.

El fundador de la empresa traía vinos por arrobas y llegaba incluso a embotellar en Melilla porque tenían una máquina para ello con su propia marca. Pero hubo que avanzar y Juan lo vio claro.

Se dio cuenta que la ciudad estaba cambiando y que tenía que hacerse agente comercial de marcas importantes. Y por ahí siguió el negocio. Su hijo Juan cuenta que poco a poco consiguió ser el proveedor de cuarteles, guarderías y de todas las entidades públicas.

Leer el mercado

Dijo que fue como una hormiguita trabajando sin descanso hasta lograr ese gran nombre que tiene Sogorb en la ciudad.

Por ello, subrayó Juan hijo que su padre sabía leer el mercado y veía los cambios para ir llevando la empresa hacia el éxito con cada cambio.

Y Juan también fue de los primeros en montar un supermercado. Resulta que en aquellos tiempos había muchas tiendecitas de barrio pero no había en Melilla un gran supermercado. Fueron de los primeros en contar con uno y estaba muy cerca de la tienda actual, donde ahora está el Edificio Montes.

De hecho, hay personas mayores que aún hacen sus compras de Navidad a tienda que aún conservan y que quisieron conservar hace unos años para dar una mejor atención a los clientes porque en el almacén no iban a tener esta opción. Y es que Sogorb es sinónimo de calidad, pero también de buena atención.

Juan hijo nos cuenta que su padre supo leer el mercado y ver oportunidades en todo y ellos siguen con esta lección. En pandemia buscaron traer a Melilla productos en monodosis. Había que reinventarse en una época tan oscura como hemos vivido todos.

Y aunque son la referencia en cestas de Navidad, han visto que los ciudadanos ahora también demandan estas cestas para cumpleaños o días especiales, como el Día del Padre. Hacen muchas diferentes con presupuestos diversos, pero aportando ese plus de marcas excelentes que hacen que algo sencillo sea un buen regalo.

Su tienda gourmet tiene tesoros. Hay conservas de marcas muy escogidas y que van desde un clásico como los espárragos blancos que comía en Rey Juan Carlos I, ‘Cojonudos’, a carnes elaboradas o recetas de otros países.

Además, tienen una selección de jamones y de otros embutidos que son los que definen como gourmet también a esta tienda. Y el vino. Allí hay marcas que deben tener por demanda general, pero también algunos especiales.

El futuro

Notan que la frontera está cerrada, como el resto de la ciudad. Pero siguen viendo qué producto traer para lograr que los melillenses sigan pensando en ellos.

Y aunque no tiene pinta de los nietos de Juan vayan a seguir con el negocio, Sogorb sigue reinventándose y buscando satisfacer al cliente.

Han sido muchos años de sacrificio y de luchar por el negocio familiar. Y el único objetivo de Sogorb siempre ha sido generar una sonrisa en el cliente cuando haga la compra y se marche. Dar un poco de felicidad a quien confía en esta empresa con historia.

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