Sociedad polarizada y polémicas en curso

El ‘no pero sí’ de Eduardo de Castro en la sesión de investidura del nuevo Presidente de la Ciudad está dando mucho que hablar.

El PP solicitó ayer al secretario general de la Asamblea que tome las medidas necesarias para que se proceda a declarar a Juan José Imbroda como presidente “legal y legítimo”.

Asimismo, se une a la solicitud de una transcripción literal de la polémica sesión en la que De Castro, según Vox y el Partido Popular, fue designado nuevo Presidente de la Ciudad “en fraude de ley”.

Ayer ya escribí de lo acontecido en la histórica sesión, y del ‘no pero sí’ que tan a prueba ha puesto nuestra capacidad auditiva y que tanto está dividiendo la opinión de los melillenses sobre lo que realmente dijo De Castro cuando el secretario interpeló a los distintos grupos políticos para que manifestasen si presentaban o no candidato a la Presidencia de la Ciudad.

“Llevamos un proceso electoral muy largo que, finalmente, ha tomado tintes de agrio sainete y que, con la polémica en curso, pone también de manifiesto un claro fallo en el procedimiento”

Para muchos, entre los que me incluyo, De Castro dijo ‘no’; para otros dijo ‘sí’ mediante fórmulas diversas que no concitan una conclusión unánime. Que si dijo ‘presentamos’, que si en realidad manifestó ‘sí, presentamos candidatura’ e incluso ‘presentamos uno’.

Bueno, de todo esto ya escribí ayer y en la web de El Faro pueden acceder al artículo ya publicado si tienen interés. Ni voy a repetirme ni a entrar en la competición sobre lo que realmente dijo o dejó de decir y que tantos comentarios está generando, exhibiendo al mismo tiempo cuan polarizada está nuestra sociedad local.

Llevamos un proceso electoral muy largo que, finalmente, ha tomado tintes de agrio sainete y que, con la polémica en curso, pone también de manifiesto un claro fallo en el procedimiento. De hecho, el debate no se hubiera producido si antes de empezar la votación el secretario general hubiera hecho proclamación de las candidaturas presentadas. Está claro que si no lo hizo es porque la ley no lo exige, pero también es evidente que no estaría mal considerarlo, en aras a posibles reformas del Reglamento de nuestra Asamblea que ayuden a evitar situaciones como la acontecida, tan poco edificantes para la salud de nuestro sistema democrático.

Como dije ayer, el ‘no pero sí’ de De Castro tiene, desde mi punto de vista, una clara lectura política. Otra es su alcance jurídico y sus posibles consecuencias, conforme a lo que demandan VOX y PP. Un extremo que se me escapa y que deben resolver personas doctas en Derecho. Pero que, de principio, ya parece haber resuelto el secretario general de la Asamblea cuando da por bueno el nombramiento del presidente electo y lo certifica convenientemente para su refrendo por el Rey y preceptiva publicación en el BOE.

La falta de reacción inmediata de populares y diputados de Vox frente a la duda y objeciones esgrimidas a la postre, no ayudan a reforzar sus argumentos. Más aún si se tiene en cuenta que, en las decisiva sesión, no sólo dieron por hecho la validez de las votaciones sino que reaccionaron airadamente en algunos casos y con malas formas especialmente por parte del presidente saliente.

Para unos el PP está inmerso en una pataleta; para otros, está haciendo valer unos derechos legítimos a costa de lo que se considera una proclamación en ‘fraude de ley’.

Lo dicho, opiniones muy confrontadas que exhiben la polarización extrema en la que está inmersa nuestra sociedad y que, de algún modo, deberíamos intentar reconducir por el bien general de la ciudad.

Y en ello deben implicarse todos, porque frente a lo que reiteran y proclaman los aliados en torno al nuevo Presidente, tampoco es verdad que se haya impuesto lo demandado por la mayoría de melillenses. De hecho, los votos de CpM y PSOE no son más que los que suman Vox y PP. Igualmente, no está tan claro que los poco menos de 1.900 votos conseguidos por Ciudadanos se correspondan con electores partidarios al cien por cien de una alianza de gobierno como la suscrita con socialistas y cepemistas, y cuyas consecuencias políticas aún están por ver si la cúpula nacional de Ciudadanos decide tomar medidas contra su coordinador en Melilla por incumplir el mandato de pactos que le había realizado.

La representación política en la Asamblea es el fiel reflejo de la polarización en la que vivimos; una realidad que reclama más sosiego y altura por parte de toda nuestra clase dirigente.

Ya sé que reclamos de este tipo parecen una prédica en el desierto, cuando unos se toman con malas formas la victoriosa alianza de los adversarios y los nuevos triunfadores inician su andadura cambiando cerraduras y sin respetar tampoco a un Gobierno saliente que hasta la toma de posesión oficial del nuevo Presidente sigue estando legalmente en funciones.

La Democracia se basa sobre todo en el respeto y en el Estado de Derecho. Ninguno podemos olvidarlo, pero menos aún los que nos representan en nuestras instituciones principales y están llamados a gestionar o velar por nuestros intereses generales.

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