No puedo evitar volver sobre el tema del transporte marítimo. Las últimas declaraciones del consejero Mohamed Mohamed Mohand sobre el precio de los billetes del barco son de juzgado de guardia. Imposible ponerme de perfil. Esto clama al cielo.
Digamos que puedo entender y hasta creerme que desde el Ejecutivo local están moviendo cielo y tierra para devolver la cordura a los precios del barco que exhiben las páginas webs de las navieras, pero no cuela que nos intenten convencer de que “Marina Mercante es un fiel defensor de los intereses de los melillenses”. ¿Perdona?
Vamos a empezar por definir lo que significa ser un “fiel defensor”. Estamos ante el uso de dos palabras (adjetivo y sustantivo) que acostumbran a aparecer juntas en la lengua castellana, en una unión legitimada por su excesivo uso. Digamos que la primera persona que usó este binomio fue realmente original. La segunda se convirtió en el primero de los cursis que empezó a popularizarla de tanto manosearla con discursos que buscan enfatizar el empeño en defender una postura determinada.
Ser un “fiel defensor” de algo (lo que sea) exige, necesariamente, defenderlo y hacerlo con fidelidad. Si Marina Mercante fuera un “fiel defensor” de los intereses de los melillenses, nunca habría adjudicado el contrato marítimo a cero euros ni habría permitido que se hubiera quedado desierto el concurso que salió a licitación a finales del año pasado. Aquí estamos hablando de dinero, no de cariño ni de intenciones.
Los melillenses podemos vivir perfectamente sin el afecto de los representantes de Marina Mercante, incluso sin el afecto de nuestros políticos, pero no nos vale la apelación de un socialista (Moha) al liberalismo, en su afán de pretender que una línea de transporte de interés público se regule únicamente con las leyes del mercado. Como diría Pablo Casado, se le ve venir el truco con más facilidad que a los magos de verbena.
¿De qué me sirve a mí que el consejero Moha me diga que la Ciudad Autónoma tiene mecanismos para regular el precio del barco? Me sirve, sinceramente, para entender hasta donde llega su incompetencia. ¿Me está diciendo que tiene usted las herramientas para bajar los precios y no las utiliza? ¿Por el amor de Dios, a qué está esperando?
¿De qué nos sirve a los melillenses que los contactos de la Ciudad con Marina Mercante sean asiduos? Lejos de tranquilizarnos, nos pone nerviosos porque si hablamos a menudo con ellos y ahora resulta que la solución pasa por la autorregulación del mercado, podemos dar esta guerra por perdida.
Hay que ver cómo son los socialistas. En cuanto les viene bien, se abonan al liberalismo y atrás queda su apuesta por la socialdemocracia para corregir, como defienden sus ideólogos, las imperfecciones de la economía de libre mercado.
Que el consejero Moha nos diga a estas alturas que “el mercado se ajustará”, en referencia a una supuesta bajada natural de los precios de los billetes del barco, es una manera muy facilona de tomarnos el pelo. Pues claro que el mercado se autorregula. Por eso hoy pagamos un ojo de la cara por un billete de barco. Pero no podemos aspirar a que el mercado haga todo lo que el Ministerio de Fomento, la Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma se han comprometido a hacer para mantener en funcionamiento conexiones marítimas de interés público entre Melilla y Málaga y entre Melilla y Almería. Hemos tenido hasta hace muy poco precios asequibles y ofertas abundantes. Eso nos ha llevado a pecar de ingenuos y a soñar con mejorar lo presente. Dábamos por hecho que con el paso del tiempo necesariamente íbamos a viajar en mejores barcos con horarios más sensatos, en los que se cuidaría mucho más la limpieza y la variedad gastronómica.
Pero resulta que hemos involucionado. Hemos retrocedido años en concepto de conexiones marítimas. Lo fácil es culpar a la Covid, pero aquí se han juntado el hambre y las ganas de comer.
Hoy deberíamos estar hablando de recuperación económica; de seguridad sanitaria, de ayuda a autónomos; de conciliación; de apoyo a las familias más vulnerables… Sin embargo, llevamos semanas devanándonos los sesos con los precios de los billetes del barco. Y eso pasa porque nuestros políticos son incapaces de arreglarlo.
Están a otra cosa. No hay dinero para compensar a las navieras y por eso nos sale Moha con el chorreo de la autorregulación del mercado y su manera infantil de lanzar propaganda a los cuatro vientos sugiriéndonos que despejemos dudas en torno a la certidumbre de que el Gobierno central va a pelear por los intereses de los melillenses. Cuento y mentira. Si va a pelear, que se note. Si le importamos, que se note. Si van a hacer algo por el contrato marítimo, que se note y si no, haga el favor, consejero, de callarse. Dan grima su incontinencia verbal y su argumentario panfletario. No cuelan.