Un año después del iftar que Pedro Sánchez y Mohamed VI compartieron en Rabat el 7 de abril de 2022, hemos vuelto a pasar por el sobresalto de leer en la prensa declaraciones subidas de tono de un responsable político marroquí. En este caso ha sido el presidente del Senado, Enaam Mayara, que habló de recuperar Ceuta y Melilla con un método supuestamente novedoso: infiltrando a marroquíes residentes en España en partidos políticos españoles con los ojos puestos en que puedan abrir el debate en torno a la soberanía de las ciudades autónomas.
Ante el revuelo que sus palabras causaron en España, en vísperas de que el próximo 19 de abril el presidente Pedro Sánchez comparezca en el Congreso para dar explicaciones sobre las relaciones hispano-marroquíes, el presidente del Senado marroquí dio marcha atrás y matizó unas palabras que no sólo han puesto en riesgo los puentes reconstruidos tras la marcha verde frustrada sobre Ceuta sino que han colocado la sombra de la sospecha sobre la comunidad marroquí radicada en nuestro país.
Los políticos no son conscientes del daño irreversible que causan sus palabras. Que el presidente del Senado marroquí haya rectificado es buena noticia para Melilla, pero no por ello se esfuma la desconfianza hacia un país que siendo un importante y estratégico socio comercial de España, es quizás el que más se enfrenta a nuestro país en temas de política exterior.
Marruecos se lo pone siempre cuesta arriba al presidente Pedro Sánchez que ha hecho más de lo que cabría esperar por devolver las relaciones bilaterales a un punto de entendimiento y prosperidad compartida que sigue sin reflejarse, en la práctica, en las ciudades autónomas.
Rabat sigue sin respetar el régimen de viajeros a los turistas melillenses que acceden a Marruecos a través de las ciudades autónomas. Tampoco hay fecha para reabrir la aduana comercial y la frontera es de todo menos fluida.
Da la impresión de que sólo España se está esforzando por normalizar las relaciones bilaterales, como si no supiéramos que Marruecos sin España no es nadie en Europa. Nos necesita y aún así sigue creyendo que tiene la voz cantante.
Es evidente que Marruecos no quiere ningún tipo de relación con España en la que Melilla y Ceuta estén implicadas, salvo sus ilegítimas aspiraciones de anexionarlas. Cree alguien que es elegante pedir algo a quien mantiene una política beligerante contra las dos ciudades? Yo NO.