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Melilla amaneció ayer sobresaltada por un nuevo salto a la valla que separa nuestra ciudad del territorio marroquí.
En esta ocasión, fueron 18 los inmigrantes que lograron superar el obstáculo y acceder a suelo español. Según la Delegación del Gobierno, unos cien subsaharianos se habían aproximado al perímetro y alrededor de 40 alcanzaron la alambrada. Finalmente, fueron los 18 mencionados quienes consiguieron su objetivo.
Delegación subrayó que los participantes en el salto mostraron “violencia y beligerancia” hacia las Fuerzas Auxiliares Marroquíes, así como contra la Guardia Civil. Una prueba de esto son las heridas sufridas por un agente de la Benemérita, que fue atacado por uno de los subsaharianos con uno de los garfios que utilizan para encaramarse a la malla antitrepa que recubre la valla.
Esta persona fue arrestada bajo la acusación de un delito de agresión y atentado a la autoridad. Sin embargo, el citado agente no fue el único lesionado en el episodio ocurrido ayer. También sufrió daños una mujer marroquí que entraba en la ciudad por el paso de Beni Enzar, que recibió una herida incisocontusa en el cráneo y tuvo que ser atendida en el Comarcal.
Aparte, un policía nacional sufrió contusiones. Y dos de los inmigrantes también fueron trasladados al hospital con heridas contusas en la cara, uno de ellos con posibles fracturas de huesos faciales.
A ambos lados de la valla hay personas en situación desesperada. De la otra parte de la frontera, inmigrantes que anhelan tocar suelo de la Unión Europea en busca de las oportunidades que no tienen en sus países. Y de este lado, los agentes que han de enfrentarse a un problema que no parece tener solución, puesto que la única que existe es que las condiciones de vida en los países de origen de los inmigrantes mejoren y no se sientan empujados a venir aquí. Y, para que eso ocurra, la única forma posible es que Occidente se implique en la ayuda al desarrollo. De lo contrario, todo seguirá igual.