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Dos polizones fueron rescatados ayer de la rampa de acceso a un barco
Algunos logran su objetivo. Sin embargo, otros se dejan su vida en el empeño. Y otros tienen la fortuna de ser rescatados antes de que les ocurra una desgracia. Esto es lo que sucedió ayer en el puerto de Melilla, que volvió a vivir un nuevo episodio del drama de la inmigración irregular.
A las ocho de la mañana estaba previsto que zarpase rumbo a Motril el buque de la naviera Armas. La salida del barco se retrasó al descubrirse a dos polizones que habían puesto en riesgo su existencia al ocultarse en habitáculos de la rampa de acceso a la nave, como muestra la imagen que acompaña este artículo.
Estas dos personas fueron rescatadas por efectivos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, que una vez más demostraron su pericia a la hora de prestar auxilio a quienes están en riesgo de ahogarse o de sufrir algún accidente de gravedad en el puerto de nuestra ciudad.
Por fortuna, ninguno de los dos rescatados necesitó atención médica. No obstante, su peligrosa tentativa de llegar de forma clandestina a la península ocultándose en un barco muestra hasta qué punto muchos inmigrantes están dispuestos a arriesgar la vida para alcanzar el sueño europeo. El episodio de ayer mostró una vez más que la desesperación vence al miedo.
Queda claro que ante ese sentimiento de desesperación sólo hay un freno, y éste es reforzar el dispositivo de seguridad en el puerto. Los guardias civiles que se ocupan de la vigilancia llevan tiempo pidiendo a gritos más efectivos para poder desarrollar su trabajo con eficacia. Mientras no se escuchen sus peticiones, todo seguirá igual en el puerto.