Opinión

Sin medicamentos para enfermedades crónicas en centros de salud de Nador

Hay un lobby pro-marroquí e hispanohablante que se dedica en España a hacer proselitismo en redes sociales a favor de Marruecos, como si fuera posible convencernos de que en Nador todo va mejor que nunca desde el cierre de la frontera de Melilla.

Mientras que en nuestro país los medios de comunicación nos hacemos eco a diario de la escasez de test de antígenos en las farmacias, la agencia de noticias MAP saca su arsenal propagandístico y asegura sin sonrojo que en Marruecos van sobrados y no falta de nada.

Ellos han cerrado la frontera terrestre y aérea, pero ni así han conseguido frenar los contagios de ómicron. Este miércoles dicen que han registrado 5.518 nuevos positivos en todo Marruecos frente a las 174.125 nuevas infecciones de España. Si nosotros cuestionamos nuestros datos, ya no te cuento lo que pensamos de las cifras oficiales de países como China, Cuba, Venezuela y, por supuesto, de nuestro vecino.

El caso es que el lobby pro-marroquí que da la batalla ideológica en las redes sociales defiende que están mejor sin España, pero la realidad en Nador y Beni Enzar es bien distinta.

Una ONG han dado la voz de alarma porque los enfermos crónicos, en situación vulnerable, que reciben sus medicamentos en los centros de salud de esa zona de Marruecos están sufriendo un desabastecimiento brutal desde hace cuatro meses.

Según nos comentan, los estantes de los centros de salud se han quedado vacíos después de que desaparecieran fármacos que necesitan pacientes con patologías crónicas de corazón, diabetes o tensión arterial. Y esto, alertan, pone en riesgo sus vidas y los obliga a mendigar para encontrar medicinas.

Esta situación se viene dando desde la vuelta del verano en tres centros de salud adscritos al Ministerio de Sanidad marroquí: el de Beni Enzar, el de Barrio Chino y el de Farhana. La situación, advierten, es grave desde el cierre de la frontera con Melilla.

Lo peor es que en estos centros nadie se atreve a poner una fecha final al desabastecimiento de medicinas, porque tampoco nadie ha explicado a qué se debe la escasez. Ni siquiera los funcionarios que trabajan para el Gobierno tienen una justificación para lo que está ocurriendo, más allá de que la frontera está cerrada.

Cuando los pasos estaban abiertos, esas mismas personas que hoy no tienen a quién acudir, conseguían en Melilla lo que necesitaban a través de amistades, de la caridad o de benefactores. Así sorteaban la escasez cíclica de medicamentos en Marruecos. Pero desde que el Gobierno marroquí ordenó el cierre de la frontera en marzo de 2020, la situación es muy distinta. En estos momentos, de hecho, es insostenible porque la escasez llama al contrabando. El mercado negro se dedica a acaparar productos que venden luego a farmacias privadas.

En estos momentos hay muchas familias desesperadas por la falta de apoyo de un Gobierno que de cara a la galería se codea con las grandes potencias mundiales y ningunea a España. Pero de puertas para adentro la región Oriental de Marruecos está carcomida por la pobreza sin que hasta ahora se hayan planteado salidas viables a la crisis económica que están viviendo.

La vida diaria se hace cuesta arriba, especialmente cuando se ha tenido la suerte de sortear el covid, pero se padece de enfermedades que bajo control no son mortales, pero descontroladas son un peligro. O mueren de coronavirus o de angustia.

La insulina está desaparecida en Nador y esto pone en riesgo a las personas diabéticas, que además responden al perfil de riesgo propenso a sufrir complicaciones tras un contagio de covid.

Desde la ONG de Nador aseguran que según las estadísticas oficiales, en los centros de salud marroquíes, en condiciones normales se garantizan los medicamentos de 823.000 pacientes, de los cuales 350.000 necesitan insulina.

Sin embargo ya llevan cuatro meses aguantando la escasez. Sólo tienen miseria y el deseo de muchos nadorenses, compartido con Melilla, de que el tráfico fronterizo entre España y Marruecos vuelva a la normalidad. Por el bien de los centenares de familias separadas a ambos lados de la verja; por el bien de la economía de las dos partes.

Es cierto que ómicron ha venido a complicar los planes que hablaban de reabrir la frontera en marzo. Nadie puede hacerse hoy una idea clara de cómo se podrá abrir Beni Enzar y controlar los contagios de covid que en Melilla están desbocados.

Llevamos más de 800 nuevos casos en las últimas 48 horas. Abrir dispararía los positivos a ambos lados, pero algo habrá que hacer por ayudar a esa pobre gente que se muere por falta de medicamentos.

Podemos no estar de acuerdo en la reapertura de la frontera o en las condiciones en que esto debe producirse, pero estoy segura de que todos sentimos muchísima pena por esa gente que en Nador ve cómo se les apaga la vida tan cerca de Melilla.

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