Sin Gobierno y sin argumentos que lo expliquen

El presidente De Castro no ha podido utilizar peor argumento para justificar que, formalmente, llevemos sin Gobierno en la Ciudad Autónoma desde el pasado día 19. Su referencia a que Imbroda no lo constituyó, tras las elecciones de 2015, hasta pasados dos meses, es tan falaz como atrevida, teniendo en cuenta que todos tenemos memoria y que sabemos que aquel año, como ya ocurrió en 2011 y antes en 2007, la Asamblea no pudo constituirse hasta 40 días después de celebrados los comicios por las impugnaciones que, en todas las ocasiones, presentó CpM.

En realidad, hace cuatro años Imbroda no tardó más de tres días en nombrar su nuevo Gobierno, una vez tomó posesión como Presidente tras ser refrendado en su puesto mediante Real Decreto sancionado por el Rey.

La comparación realizada por De Castro es, por tanto, una auténtica falacia y encierra un ánimo de engaño a la opinión pública que pone muy en entredicho ese nuevo talante que tanto invoca. Para más inri, evidencia una falta absoluta de argumentos para explicar por qué se viene retrasando tanto el nombramiento del nuevo Ejecutivo local.

La excusa del “y tú más” para intentar salir airoso es además muy penosa, cansa a los ciudadanos y es especialmente rechazable cuando parte de un político que ha construido su discurso en “la necesidad” de marcar distancias y diferencias con su antecesor.

Lejos de ser una tontería, en mi opinión el comentario de De Castro demuestra la escasa enjundia de esa alianza de tres que, más allá del afán por desalojar a Imbroda del poder, empieza fácilmente a chirriar cuanto toca bajar al obligado terreno de los acuerdos. Si así empezamos, no sé que puede pasar cuando corresponda establecer metas y objetivos.

La situación de falta de Gobierno es tan lamentable como insólita. Nunca antes se había producido. Jamás se procedió al cese de consejeros y viceconsejeros sin nombrar casi inmediatamente a los nuevos; cuando menos con un ínterin prudencial entre un acto y otro. Empezamos batiendo récords que no dejan en buen lugar a este proyecto de tripartito basado en “la generosidad y la transparencia” como principales pilares de su alianza.

Sin embargo, ni se ha practicado la transparencia cuando se ha podido –siguen mutis por el foro sobre cuánto se ha pagado por traer los polémicos fuegos artificiales de la pasada noche de San Juan- ni tampoco se está demostrando el repetido mantra del nombramiento como Presidente a cambio de nada. Y es que había que ser muy ingenuo para creerlo. Sin duda, ninguno de los aliados, al votarle, andaba firmando un cheque en blanco.

Si De Castro, siendo único diputado por Ciudadanos en la nueva Asamblea, ha logrado llegar al puesto principal de primera autoridad local, ha sido porque de otro modo no había posibilidades de echar a Imbroda, lo que no es lo mismo que ponerse de acuerdo para formar un Gobierno alternativo.

Y de aquellos barros estos lodos, indicadores del motivo por el que Melilla lleva ya casi diez días sin un nuevo Ejecutivo Y cuando digo diez, en realidad habría que considerar que son más puesto que prácticamente estamos así desde el día 15, cuando se desalojó de malos modos a los anteriores gobernantes por parte de un presidente in pectore, es decir sin facultades legales para poder hacerlo.

Ayer, entre actos diversos, De Castro vino a decir que quizás para el fin de semana ya podamos tener nuevo Gobierno. Esperemos que su cálculo no falle porque siendo verdad que los funcionarios hacen su trabajo y que la rueda administrativa sigue, también es cierto que lo hace coja y mutilada por ausencia de los responsables de las distintas áreas. Tan es así que ha tenido que firmar él mismo las nuevas cartillas de familias numerosas, por llevar días pendientes tan solo y como último trámite de la rúbrica del responsable político.

No es de extrañar que se anden acumulando documentos como los comentados. Así que, ante tanto gusto como anda demostrando por estar presente en todos los actos y ocasiones públicas y oficiales que se le tercien, De Castro va a tener que hacer un esfuerzo sobrehumano si quiere seguir prodigándose, negociar con sus aliados, resolver de una vez el nombramiento de consejeros y viceconsejeros, y atender con su propia firma todos los asuntos que normalmente afrontarían los nuevos responsables.

Seguimos por tanto a la espera y sin Gobierno, cada vez más acostumbrados a todo tipo de desmanes, tanto aquí como en el ámbito nacional. Si bien de Pedro Sánchez, su tacticismo y su juego de presiones, que tanto está logrando dinamitar precisamente a Ciudadanos, no voy a hablar en este artículo, aunque pueda existir cierto paralelismo.

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