No se cómo comenzar este escrito. Bueno, ahí va. Ay qué calor. El asfalto se derrite. La tierra se cuartea. El sol parece licuar hasta las neuronas y el cuerpo se declara en huelga general. En estas, Pedro Sánchez nos exhorta a salvar la democracia. ¿Ahora? ¿En plena ola de calor? En fin, por nosotros que no quede. Arremanguémonos. Eso, si queda alguien sin arremangarse. ¿ Por dónde empezamos? Por la transparencia, dice. Ah, ya, todo aquello del fango. Muy bien, pero, exactamente, ¿Qué tenemos que hacer? Pues no hay concreción. Un repasillo a las concreciones europeas y ya se verá. ¿Entonces? ¿Para qué tanta intervención solemne?
Ahí está Sánchez con esa sonrisilla entre gamberra y soberbia que se le escapa cuando no hace falta (de hecho nunca hace falta), preguntando a Alberto Núñez Feijóo desde el atril: «¿Vox y Partido Popular han roto para siempre o se están tomando un tiempo? ¿O es que empiezan una relación abierta a grandes bandas?», aquí la sonrisilla se convierte en risa fatua, encantado el hombre con su broma. «Lo digo porque el señor Abascal ya ha dado un paso con su idilio con el pro-Putin de ultra derecha Viktor Olban, mientras que Feijóo «no tiene a nadie a quien abrazarse cuando España metió su segundo gol». El presidente del PP aprovecha su intervención para calificar las medidas de Sánchez como «el mayor ataque a la libertad de información de la democracia española ¿Cómo no?» ¡Viva la desmesura! Recuerda las imputaciones a Begoña Gómez ¿Cómo no? Y anima al presidente a largarse a su despacho y redactar su «tercera y definitiva cara». Ese es el único argumento de esa nefasta oposición, pero se olvida de los “presuntos chollos” de su hermana.
Entre risas, acusaciones mutuas e hipérboles pasó la jornada. Una oportunidad más desperdiciada, por unos y por otros, para ganarse la confianza perdida de la ciudadanía. Escepticismo que, dicho sea de paso, también se extiende al periodismo. Hay amenazas muy reales y poderosas que acechan nuestra democracia. Juguetear y vaciar contenido, la palabra transparencia no ayuda a combatirlas. Solo añade más capa de opacidad. Y, con tanto calor, hasta el fango se seca. Queda la tierra yerma.
Mientras todo esto ocurrió en el Parlamento que nos representa a todos los españoles por haberlos elegido democráticamente, otros celebran actos franquistas dictatoriales, en concreto aquí cerquita, en Vila-real. Un grupo fascista juvenil celebró el “alzamiento” del dictador Franco de aquel muy triste 18 de julio de 1936 (en Melilla la adelantada lo fue el 17). Clocaron banderas anticonstitucionales en sitios tan emblemáticos como en la basílica de Sant Pascual, Patrón de la Ciudad. Niñatos asquerosos que no saben nada de todo aquello que ocurrió desde el 36 al 39, pero “otros” los aleccionan y confunden. LAMENTABLE. Mucha agua hace falta muy clara y nada de fango. El objetivo está muy claro: a por PEDRO SÁNCHEZ.
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