Era un chaval acojonante, un señor muy joven, un padre de familia de muchos quilates y un artista como la copa de un pino, pero se fue. Se cumple un año desde que César Arrarás se fue dejando mucho trabajo pendiente: el trabajo diario de repartir alegría y felicidad por todos los rincones. Su gente está derrotada porque ha pasado tiempo desde la muerte de César y se le sigue echando mucho de menos, tanto en casa como en las calles de Melilla, esas que correteaba a diario por aquello del servicio de distribución del agua.
Vicky llora a diario pero sus amigos también le acompañan en el llanto. Por ello, recuerdo, decidieron montar un tributo al añorado César y lo hicieron a base de música y de arte hace unos meses en el Bribón, Puerto Noray.
‘Renacer y Espiral’ –proyecto de su sobrina Carolina Arrarás– rompió el silencio de los pantalanes de aquel rincón náutico y rompieron la pana a base de rock and roll, con algún tema que recordó a otro que nos ha dejado hace nada, Michael Jackson.
Carolina estuvo sensacional y difícilmente pudo contener las lágrimas. Se parece a su tío, es una profesional de genio y figura. Le dijo a César que mirase para abajo mientras todos mirábamos al cielo de Arrarás.
Fueron segundos precedidos de una mirada a los ojos de Vicky; quisieron llorar todos juntos. Inmediatamente después, la presentadora de Televisión Melilla, María José Ramírez, derrochó categoría atreviéndose con ‘Hija de la Luna’. Sensacional.
Antes tuvo el desparpajo suficiente como para bordar el ‘May be this time’ (Puede ser esta vez) de Liza Minelli, Cabaret, de forma poderosa, mandando en las suertes y pegando una estocada final propia de los mejores musicales de todos los tiempos.
Ese chaval acojonante, César, sigue caminando por todas las calles de Melilla. No, no se le ve pero se le siente, por algo es el eterno Mago de Oz.